No puede valer todo en política. Ni tampoco la habitual tensión inherente a una campaña electoral puede justificar hipérboles declarativas de mal gusto que de ... vez en cuando algunos dirigentes políticos lanzan hacia sus rivales. La acusación que el presidente del PP, Pablo Casado, acuciado por las malas encuestas y por la presión de Vox, lanzó ayer hacia el presidente Sánchez de que prefiere «las manos manchadas de sangre que las manos pintadas de blanco» no deja de ser una desafortunada frase que vuelve a ser un nuevo derrapaje más en la carrera del nuevo presidente popular. El fin no puede justificar los medios ni los excesos verbales.
Casado lleva días criticando el apoyo que dispensó EH Bildu en el Congreso a los decretos sociales que el Gobierno socialista sacó adelante y no ha dejado de citar a su máximo dirigente, Arnaldo Otegi, para censurar al aspirante a reeditar la presidencia del Gobierno. Es cierto que la coalición abertzale no logra despojarse del estigma de que a día de hoy elude condenar clara y abiertamente la trayectoria terrorista de ETA, pero no menos cierto es que el partido que lidera Pedro Sánchez siempre ha estado enfrente de la organización armada y de la esquiva actitud de la izquierda abertzale.
Los socialistas siempre han censurado a la coalición por no asumir un mínimo suelo ético y siempre han llorado en primera fila a todas las víctimas del terrorismo, incluidos los trece dirigentes y militantes socialistas asesinados por ETA. Por este motivo, sería injusto poner en duda -como lo hizo ayer Casado- el compromiso de Pedro Sánchez y del PSOE contra el terrorismo salvaje y cruel que durante cincuenta años ha infringido la banda en la sociedad vasca y española, con un saldo de 853 muertos, 2.597 heridos, y miles de extorsionados y amenazados. Casado quiere ensamblar en su campaña a Sánchez con Otegi. El líder socialista, que podría ser censurado por otras muchas cosas, no tiene las manos manchadas de sangre, y lo más triste de este asunto, que el propio Casado lo sabe, es que le hace un nuevo 'siete' al PP vasco que durante muchos años ha sufrido junto a los socialistas la embestida de ETA.
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