Seriedad irundarra para gestionar el reparto del dinero

Ello, no obstante, no le resta perfil político a este irunés de apellido francés con connotaciones reales (la dinastía D'Anjou ha sido históricamente origen de casas reales), aunque en su caso son ya varias las generaciones de su familia paterna afincadas en Irun. Es afiliado al PNV y conoce la vida interna del partido, aunque nunca había desempeñado cargo público alguno y se había limitado a completar listas electorales en puestos de relleno. También es primo del actual portavoz del PNV en el Ayuntamiento de Irun, Xabier Iridoy Olaizola, y reside en la localidad bidasotarra, donde no es difícil verle con su mujer o con su cuadrilla. Del barrio de Olaberria, es muy sanmarcialero, aunque habrá que ver si este año puede disfrutar de las fiestas de Irun con sus dos hijas pequeñas dada su nueva responsabilidad y el trajín de estas próximas semanas.

Quienes le conocen le definen como una persona «cercana y abierta con los suyos», pero a su vez, de gran «seriedad», tremendamente «responsable» y «discreto», en el sentido positivo de la palabra. Nadie puede esperar de él salidas de tiesto. Algo importante en una materia como la de Hacienda, donde debe coordinarse con los tres fiscos forales en la responsabilidad de recaudar, que últimamente ingresa a toda máquina, y de saber gestionar ese dinero público frente al resto de sus compañeros de gabinete que le esperarán con la mano extendida para pedir más dotación para sus respectivos departamentos.

Se sentará al frente del Consejo Vasco de Finanzas en una legislatura en la que las tres diputaciones forales deberán culminar la esperada reforma fiscal para mejorar la gestión de los impuestos para fomentar la vivienda o el desarrollo económica. La culminación de los primeros Presupuestos de la era Pradales también pasará por su lupa.

Ahora, cambia de trabajo y hereda del veterano Azpiazu unas cuentas saneadas y una dinámica austera fruto de la prudencia exhibida en esta materia por el gabinete Urkullu en las últimas legislaturas. Con D'Anjou tampoco se prevén extravagancias.