José Manuel Martiarena: «Nos encerramos en el Monasterio de Leyre para aprender a ser alcaldes»
Alcalde de Urnieta en 1979 ·
Eudel homenajea hoy a 228 regidores que pusieron en marcha los primeros ayuntamientos de la democracia tras 40 años de dictaduraFue el alcalde de uno de los primeros ayuntamientos democráticos constituidos tras el final del franquismo y la aprobación de la Constitución en 1978. Cuarenta ... años después, José Manuel Martiarena recuerda sus primeros pasos como regidor de Urnieta con más luces que sombras. Hoy, ante el Árbol de Gernika, el también exconsejero de Interior en funciones y exviceconsejero en el Gobierno de Ardanza recibirá, junto a otros 227 alcaldes de entonces, un homenaje «por su valentía y por ser referentes para quienes seguimos sus huellas», confiesa Imanol Landa, presidente de Eudel, asociación de municipios vascos.
-Eudel homenajea hoy a los primeros alcaldes de la democracia 40 años después. ¿Qué recuerda de aquel tiempo?
-¡Aquellos años! Sobre todo que nos metimos en una situación totalmente imprevista y nueva. En 1979 había que ir a las elecciones y decidimos presentarnos como candidatos. Un año antes ya habíamos creado la junta municipal de Urnieta. Recuerdo que todos los que íbamos en la lista nos encerramos una semana en el Monasterio navarro de Leyre para prepararnos. Llegamos con libros y con nuestras mujeres. Ellas a pasear y nosotros a estudiar sobre régimen local, sobre la Ley de contratos del Estado... cosas que nos sonaban a chino porque no teníamos ni idea de lo que era una administración.
-¿Una especie de concentración en la Hospedería de Leyre?
-De hecho, la inauguramos nosotros.
-Aquellos eran tiempos difíciles.
-No eran fáciles. Salíamos de una dictadura y todo era desconocido para nosotros. Yo entonces tenía 32 años y militaba en el PNV. Entonces me planteé participar en la vida pública y me presenté a alcalde. Y estuve 12 años al frente del Ayuntamiento de Urnieta, el pueblo de mi mujer.
-Los de hace 40 años eran ayuntamientos con pocos recursos económicos. ¿Cómo se las arreglaban?
-No es que hubiera pocos recursos, es que casi no había. En 1979 la mitad de Lasarte pertenecía a Urnieta, contábamos con 13.000 habitantes y el Presupuesto no llegaba a 40 millones de pesetas. Con eso era imposible hacer nada. Y más de lo mismo en los demás ayuntamientos.
-¿Estaban condicionados aquellos alcaldes por la gestión franquista que todavía coleaba?
-Ya había terminado el franquismo y ya se había aprobado la Constitución, por lo que no sufrimos tanto esos coletazos. También se hablaba de poner en marcha las autonomías... Se empezaban a ver luces de cambio, pero había mucha incertidumbre; el final de la dictadura, el terrorismo.
-¿Esos ayuntamientos fueron durante la Transición, con ETA matando, un espejo de la falta de normalidad del país?
-Justo ese tiempo, cuando se celebraron aquellas elecciones, el terrorismo vivía un momento de 'impasse'. Después de la Ley de Amnistía, en octubre de 1977, las cárceles se vaciaron. Además, parte de lo que había sido ETA político militar estaba organizando Euskadiko Eskerra.
-Pero entonces se vivieron plenos municipales muy tensos.
-Sí, sí. Sin duda. En nuestro caso, la elección del alcalde fue curiosa. En todos los municipios se produjo en la fecha prevista, pero en Urnieta no se constituyó porque no hubo acuerdo. No nos presentamos ni los concejales del PNV, ni HB, ni Euskadiko Eskerra y, por ley, lo tuvimos que hacer 48 horas más tarde.
«La presencia de la mujer era nula del todo. En política estaban siempre en segunda fila»
«De aquel tiempo tengo más satisfacciones que malos momentos. Fue un orgullo haber participado»
-Fueron ustedes un referente y crearon una escuela de políticos...
-Evidentemente. La gente no participaba en lo público ni en la administración local. No teníamos ni idea. El ámbito político no iba con nosotros, los nacionalistas, ni tampoco con los socialistas.... Pero luego sí tuvimos la iniciativa de presentarnos.
-Muchos de aquellos alcaldes, como usted, Sudupe o Ardanza estuvieron después en la primera línea política, ¿no?
-Sí. Poco a poco fuimos creciendo como políticos. Al principio, la dedicación no era total. Trabajábamos en distintas empresas, y además hacíamos de concejales y de alcaldes. Diez años compaginándolo todo, pero llegó un momento en que no podía ser. Abusábamos de las facilidades que nos daban en nuestros trabajos y, finalmente, pedimos excedencias.
-En 1979 ustedes eran 224 alcaldes y cuatro alcaldesas. ¿La presencia de la mujer era casi nula?
-Nula del todo. Las mujeres participaban en la política en segunda fila, nunca en primera.
-Cuarenta años después, ¿qué balance hace de aquel tiempo?
-Tengo más satisfacciones que malos momentos. Recuerdo aquellos años con alegría. Es verdad que el comienzo fue incierto y sin recursos. Pero más adelante, con el Estatuto de Autonomía y con el Concierto Económico, los ayuntamientos empezamos a tener más medios y pudimos hacer muchas cosas y crear una administración moderna. Fue una oportunidad y un orgullo.
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