No podía ser de otra manera. Mariano Rajoy se enfundó ayer por última vez el traje de presidente del PP para reivindicarse y exhibir con ... orgullo los logros alcanzados por el PP al frente del Gobierno de España en los últimos seis años, aunque bien es cierto que sufrió amnesia con la corrupción que apeó a su Ejecutivo. Completó un discurso trufado de emotividad que levantó pasiones entre los tres millares de compromisarios que al inicio del cónclave no podían disimular en sus rostros la tensión por el fratricida pulso que protagonizarán hoy los dos aspirantes a la presidencia del partido. Rajoy, que ayer besó las gaviotas de su camiseta, sacó a relucir su mejor retórica discursiva para buscar la unidad interna -visiblemente erosionada en esta campaña interna- en torno a la gestión que su gabinete completó en la crisis económica, la aplicación del artículo 155 en Cataluña y la proclamación de la derrota de ETA. El presidente, que se enorgulleció también de no haber negociado con la banda terrorista, homenajeó la grandeza de los cargos y militantes de su partido que resistieron la amenaza de ETA y el acoso despiadado de su entorno. Rajoy hizo levantar de sus asientos al plenario al recordar el sacrifico de esos cargos vascos. Les identificó con la nobleza de la política, que defendió como su libro de estilo en el trabajo público. Todo un gesto.
Sorprendió y mucho que, a pesar de que hoy los 3.082 compromisarios del partido eligen a su sucesor, Rajoy, que se subía al atril por ese motivo, no dedicara ni una palabra de su intervención para referirse al pulso que mantendrá su partido en las urnas para elegir a su nuevo líder y ni tan siquiera aludiera a su forzada neutralidad para evitar meter la mano en el 'lío' en el que está inmerso el PP por su abrupta marcha.
Pero en su último discurso sí hubo unas palabras enigmáticas para la hemeroteca de su particular código Mariano. «Me aparto, pero no me voy, y seré leal», fue la frase que Rajoy ha dejado como testamento político, y que puede dar pie a interpretaciones de todo tipo, aunque quizá quiso distanciarse de Aznar, su predecesor, al que no le han invitado al congreso por haber desdeñado al PP.
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