Enemigo de sí mismo
La mirada ·
Las rencillas en el Gobierno siembran dudas de hacia dónde va, más allá de los Presupuestos que amarran la legislaturaEl amor quizá lo pueda todo. La conveniencia no, aunque llegue a fructificar como un romance duradero. Hace un año, el PSOE y Unidas Podemos ... alumbraron el primer Ejecutivo de coalición desde la II República española por un interés recíproco -evitar que las derechas alcanzaran el poder- lo suficientemente poderoso como para que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias sellaran en unas horas el pacto que hasta entonces parecía imposible. La alianza se lubricó con el potente coagulante de la épica, alimentada singularmente desde las filas de Unidas Podemos: el «Gobierno de progreso» se enfrentaba a «poderosos enemigos», dispuestos a tumbarlo a la mínima ocasión. Doce meses después, lo que se ha acreditado es una aparente contradicción: aunque no hay alternativa por ahora a la entente Sánchez-Iglesias mientras prevalezca el temor a ver a Vox en el Consejo de Ministros, es el propio Gobierno el que se empeña en actuar como enemigo de sí mismo. A falta de amor, la conveniencia alcanzará para conquistar los Presupuestos. Pero ese hito que amarra la legislatura está viéndose orillado por la escandalera que ha estallado entre ambos socios.
La onda expansiva de la división repercute en el bloque de la investidura y Euskadi
El dilema -sacar adelante las Cuentas y con quién- se había ido posponiendo, como todos los problemas irresolubles. Porque no resulta compatible defender un Presupuesto que incorpore a Ciudadanos y el mismo priorizando a Esquerra y a EH Bildu; intentar la confluencia de todos, por más que Inés Arrimadas deje tendida su mano en el aire, no es geometría variable, es la cuadratura del círculo. Aunque lo más inquietante que han dejado las últimas dos semanas para el Ejecutivo, desde que Iglesias decidió acelerar la decantación de la legislatura agradeciendo su apoyo a Arnaldo Otegi, no es esa disonancia, sino las dudas que siembra el rumbo del Gobierno; hacia dónde va y con qué objetivo. El vicepresidente ha delineado con claridad sus pretensiones: cortocircuitar cualquier confianza con Ciudadanos, afianzar por su flanco izquierdo el bloque de la investidura -a costa de incomodar al PNV- y, si no romper, sí ir laminando el «candado del 78». Pero Iglesias está encerrado en su propio laberinto. Porque necesita seguir en un Gobierno que lidera otro -Sánchez- para que su estrategia cuaje en políticas tangibles, mientras el desgaste electoral de Unidas Podemos le empuja a hacer oposición dentro del Consejo de Ministros. Iglesias puede tumbar a Sánchez. Pero apareciendo junto a la derecha que era y es «la enemiga» del cambio.
Iglesias necesita seguir en el Ejecutivo que lidera otro -Sánchez-, mientras hace oposición en el Consejo de Ministros
El silencio del presidente, roto ayer para negar grietas en su gabinete y relativizar el respaldo de EH Bildu, ha permitido a Andoni Ortuzar desquitarse tildándole de «rehén» por la vía de atizar a Iglesias. Hay quien cree que, en realidad, Sánchez coadyuva al revisionismo de la Transición dejando hacer a su 'número dos'; una tesis que tropieza con la constatación de que el presidente no es un político dado a ceder el poder. Nadie imagina que las rencillas en el Gobierno vayan a provocar su ruptura; no, al menos, cuando tan trabajoso está resultando aprobar los Presupuestos y restan aún tres años de legislatura. Pero el aire que han cobrado las discrepancias no solo cuestiona la imprescindible sintonía del Ejecutivo en asuntos nucleares: está quebrando el alambicado equilibrio de intereses en la alianza multipartita de la investidura. Una onda expansiva que se extiende a Euskadi, en forma de tiranteces entre el PNV y el PSE por el protagonismo con el que EH Bildu intenta apuntalarse como alternativa a los jeltzales, con estación en Gipuzkoa.
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