Las doce uvas y las cosas del comer
El foco ·
A pocas horas de que los políticos vascos coman las doce uvas para recibir 2019 al son de las campanadas que elijan en su canales ... televisivos de cabecera, el lehendakari convocó anoche a representantes de la sociedad civil vasca para compartir sus reflexiones sobre lo que ha dado de sí este ya agonizante año y los parámetros con los que se afrontará el próximo ejercicio. Y Urkullu aprovechó la ocasión -como ya lo hiciera en Nochebuena el rey Felipe VI- para hablar de las cosas de comer, de las inquietudes de los jóvenes y mayores, de las cuestiones que preocupan estos días a las familias cuando se reúnen alrededor de la mesa en las celebraciones navideñas. Vamos, a los problemas domésticos.
El lehendakari, en un discurso de marcado carácter social, minimizó en su tradicional encuentro de de fin de año el impacto de la política pura y dura con la que habitualmente trufa sus intervenciones, sobre todo en sede parlamentaria. Precisamente porque los receptores del mensaje de anoche eran representantes de los diferentes colectivos de la sociedad vasca, el lehendakari puso de relieve el complejo escenario actual, envuelto en inevitables incertidumbres, y alertó que Euskadi no está ajeno a verse envuelta en ese oleaje agitado. Describió las crisis mundiales que obligan a cambios sociales estructurales y recordó los continuos sobresaltos en los que ha estado inmersa Europa, en versión 'Brexit', chalecos amarillos, fragilidades financieras o el inquietante repunte de los movimientos xenófobos y antieuropeos.
El lehendakari, que blandió para la ocasión su agenda vasca, hizo un detenido repaso a las dificultades que padecen los vacos de a pie, a la pobreza que obliga tener activa una RGI que ayuda en situaciones de emergencia social, a las dificultades de las mujeres para conciliar, los problemas de los jóvenes para encontrar un trabajo digno con el que poder independizarse, y las penurias de muchos pensionistas que han tenido que salir a la calle este año para denunciar su sufrida supervivencia, entre otros muchos aspectos.
Habló de política, sin despegarse de los problemas cotidianos que acucian a muchos vascos. Así, defendió que en Euskadi, a pesar de las dificultades del pasado reciente -se refería al terrorismo de ETA- se construye una cultura política de respeto, diálogo y acuerdo, en contraposición de los discursos populistas, xenófobos y de brocha gorda que están irrumpiendo en el tablero político, en alusión velada a Vox. En este punto, Urkullu no fue tibio y exigió rebelarse ante este movimiento.
Y garantizó estabilidad en su acción de gobierno al anunciar que su gabinete activará en breve, a través de proyectos de ley, las medidas comprometidas en el frustrado proyecto de Presupuestos, como inversiones y mejoras salariales.
Del nuevo estatus -ahora en manos de los expertos- dejó un nuevo mensaje para navegantes, al reiterar su predilección por un acuerdo interno amplio. Es sin duda su gran apuesta.
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