Un funeral multitudinariodespidió en Lasarte a suvecino Antonio HuegunAguirre. USOZ
Víctimas de ETA

Cuarenta años sin respuestas del asesinato por ETA del taxista Huegun

Vecino de Lasarte. ·

Apuraba el horario del taxi en San Sebastián y tras encontrarse con su hija Kontxi, llevó a un cliente a Eibar. Allí apareció acribillado a tiros

A. GONZÁLEZ EGAÑA

Sábado, 14 de mayo 2022

La familia de Antonio Huegun Aguirre, uno de los catorce taxistas asesinados por ETA y el primer vecino de Lasarte víctima mortal de la banda, cumple hoy cuarenta años sin respuestas. El crimen ocurrió el 14 de mayo de 1982, cuatro décadas que la familia lleva sin saber qué ocurrió aquella noche en la que Antonio, nacido en el caserío Olasko-Azpi, de Aia, y lasartearra desde hacía dieciocho años, avisó a su familia desde la parada de taxi de San Sebastián que le había surgido un servicio para llevar a un cliente a Eibar y que, probablemente, no regresaría hasta pasadas las 3.30 de la madrugada. A la viuda, Pilar Iruretagoiena, no le extrañó que no regresase a casa, era normal que realizase continuos viajes por motivos laborales. Antonio no tenía horarios, apuraba las noches a la espera de algún cliente cuando su hija mayor, Kontxi, que tenía entonces 21 años, se lo encontró sobre las once y media de la noche cuando caminaba por el barrio donostiarra de Gros. Ella venía de un cursillo, conversaron algunos unos minutos y nunca más se volvieron a ver.

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Huegun fue hallado muerto a las ocho y cinco de la mañana en un pequeño camino contiguo a la autopista Bilbao-Behobia, en las inmediaciones del barrio eibarrés de Maltzaga. El cadáver, cubierto con un papel de grandes dimensiones, se encontraba boca abajo entre unos matorrales y presentaba cinco impactos de bala, cuatro de ellos en el hemitórax derecho y otro en el antebrazo del mismo lado. Fuentes policiales indicaron que Antonio fue asesinado por la espalda en el mismo lugar en que fue localizado su cuerpo donde encontraron tres casquillos marca Geco y uno FN 9 milímetros parabellum.

Dos vecinos de un caserío que, en un primer momento, pensaron que la víctima estaba durmiendo, se acercaron y comprobaron que estaba muerto. Inmediatamente dieron aviso a la Policía Municipal de Eibar. Tardaron bastante tiempo en identificarle porque no llevaba documentación. En su bolsillo tan solo encontraron 5.000 pesetas, seguramente de las carreras realizadas aquel día. El taxi de Antonio, un Seat blanco 124, fue localizado mal aparcado, a última hora de la mañana, en la calle Carmen, a la entrada de Eibar.

Fue hallado en Eibar, cubierto por un papel, sin documentación y con 5.000 pesetas en el bolsillo

De 43 años, casado y padre de dos hijos de 21 y 16 años, Huegun Aguirre se acababa de convertir en el décimo segundo taxista asesinado por ETA. Solo tres de los catorce casos de taxistas asesinados han sido resueltos.

La macabra fijación de ETA por los taxistas está ligada a la pretensión etarra de convertir esos crímenes y los de otras personas «acusadas de confidentes» en «un instrumento de control social». Lo explica de ese modo Florencio Domínguez, director del Memorial de las Víctimas del Terrorismo de Vitoria, en el documental de la Fundación Miguel Ángel Blanco 'Bajada de bandera'. «ETA transmite el mensaje de que cualquier persona que se relacione con la Policía, la Guardia Civil, las instituciones del Estado, está en el punto de mira», asegura el periodista e investigador. «Lo de menos es si luego es cierto o no», remarca, convencido de que la banda buscaba que la sociedad interiorizara que «ir a tomar un café con un guardia civil, aunque sea de tu pueblo, te pone en el punto de mira y eso contribuye al aislamiento social de los miembros de los cuerpos policiales». Esa amenaza de muerte en la que las víctimas eran «primero estigmatizadas y luego asesinadas en medio del silencio cómplice de sus conciudadanos» la materializó ETA 99 veces.

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«Se fue demasiado pronto»

La familia del taxista guipuzcoano le sigue echando de menos. «Se fue demasiado pronto», comparten los Huegun Iruretagoiena en el libro 'Ausencias' que publicó el Ayuntamiento de Lasarte-Oria en memoria de las víctimas del terrorismo en el municipio. Antonio trabajó durante nueve años en la fábrica de Michelín y sus compañeros siempre le consideraron «un buen hombre». Pensando en su familia, se decidió a comprar una licencia de taxi. «No paraba de trabajar, siempre estaba en su taxi esperando un nuevo cliente», rememoran en el libro. Nada más conocerse la noticia del crimen, los taxistas de Donostia improvisaron una asamblea en Anoeta y convocaron una huelga para el día siguiente. Un multitudinario funeral le despidió en Lasarte, el municipio guipuzcoano donde sigue viviendo su viuda y trabaja su hija Kontxi.

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