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Domingo, 12 de noviembre 2017, 10:08
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No solo la política, también la Justicia ofrece a veces anécdotas muy jugosas. Juan Luis Ibarra mantiene una «excelente» relación con Pablo Llarena que bebe del afecto que el presidente del Tribunal Superior guarda hacia el padre del hoy magistrado del Supremo, un reconocido abogado de Burgos -su mujer, una pionera en un mundo de hombres, también lo era- con el que hizo prácticas en 1970. La memoria de Ibarra evoca aquellos meses, con el telón de fondo del juicio sumarísimo a los presos de ETA encarcelados en la capital castellana, en el que él y otro compañero cubrían por las mañanas la mili en el cuartel y por la tarde se formaban en el despacho de Llarena. «Era un señor magnífico, que demostró aguante ante las impertinencias de aquellos dos estudiantes díscolos», se carcajea Ibarra rememorando al 'rojeras' de sus tiempos de aprendizaje. El juez vizcaíno lee entre líneas del auto de Llarena hijo la huella de su padre. Por su capacidad para la argumentación jurídica y por su habilidad para relatarla.
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