Carles Puigdemont despejó la margarita y confirmó lo que se intuía en los últimos días. La ejecutiva de Junts acordaba por unanimidad la ruptura de ... sus pactos con el PSOE de Pedro Sánchez. Con un matiz, según los soberanistas catalanes, son los socialistas los que rompen por incumplir sistemáticamente los acuerdos. La propuesta será sometida a votación a la militancia de Junts y no hay duda de que saldrá adelante. La decisión deja en una situación muy precaria al Ejecutivo de Sánchez, en minoría parlamentaria, sin poder aprobar los Presupuestos, con todo el bloque de la derecha a la ofensiva para que caiga el gabinete, sin sacar adelante las leyes más importantes. «Podrán tener el poder, pero no podrán gobernar», ha dicho Puigdemont. A los pies de los caballos.
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¿El anuncio de Puigdemont cambia el escenario? Sí y no. Ciertamente, agrava la situación de Sánchez pero tampoco introduce una variable especialmente novedosa. En realidad Junts ya había roto el acuerdo de investidura con el PSOE cuando no apoyó cuestiones estratégicas, entre otras, el decreto-anticrisis y la reducción de la jornada laboral. Su alineamiento con el PP y Vox en determinados debates ha dejado de sorprender. Junts había dejado de confiar en Sánchez hace meses y las continuas advertencias de Puigdemont han formado parte de una estrategia de 'asfixia progresiva'. Con su realineamiento en el tablero político, Junts deshace la idea de que existía una mayoría de sesgo progresista y plurinacional alternativa al bloque PP-Vox.
Junts mete presión a Sánchez para que convoque elecciones generales una vez constate que no tiene margen de maniobra para gobernar. Y ahí viene la pregunta elemental: ¿Qué gana exactamente Puigdemont en unas nuevas elecciones? En la práctica no ganaría nada desde el punto de vista político. Ni obtendría una palanca para aplicar con celeridad la ley de Amnistía que el PP no puede tolerar –cuando está bajo la vigilancia de Vox– ni la financiación autonómica puede variar en beneficio de Cataluña, ni el catalán va a ser reconocido en Europa después de las maniobras del partido de Feijóo en la UE para obstaculizar un cambio en esta materia. Ni tampoco habrá un acuerdo en Inmigración que tanto preocupa a Junts bajo el marcaje creciente de la ultraderecha xenófoba independentista.
Junts no apoyará una moción de Feijóo pero da al PP una valiosa baza de desgaste de Sánchez
Lo peor de esta historia es que una eventual mayoría PP-Vox dejará a Puigdemont sin la llave de oro que tiene hoy para condicionar la legislatura española. Es decir, pueden propiciar la caída de Sánchez, ciertamente, pero el efecto colateral inmediato precipitará que Junts se quede sin un asidero para la gobernabilidad e influir en Madrid. Es una especie de suicidio asistido que resulta incomprensible desde la lógica política y solo se entiende desde una enorme impaciencia a la hora de defender su tradicional espacio político.
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La Cataluña post-procés se le ha atragantado a Puigdemont, con el PSC disputando el espacio de la centralidad y el tradicional electorado convergente cada vez más dividido, con la rampante ultraderecha de Aliança Catalana amenazando con su discurso en la histórica burguesía catalanista. Envuelta en la bandera de las esencias frente a los 'entreguistas' de Esquerra, Junts ofrece al PP y a Vox una gran baza política. No apoyará una moción de censura instrumental para forzar elecciones. Al menos por ahora. Tampoco lo harán en una moción de censura con Feijóo como candidato. Que pierda el líder del PP toda esperanza. Pero la decisión proporciona un combustible impagable a la maquinaria de la oposición a Sánchez al que solo le quedan los datos económicos para sobrevivir unos meses con respiración artificial.
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