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La decisión de Andoni Ortuzar de concurrir a la reelección por cuarta vez es ilustrativa de la necesidad del PNV de buscar un candidato con suficiente carisma interno para que el partido recupere influencia en el tablero vasco y contenga la marea ascendente de EH ... Bildu con una inteligente política de alianzas. Ortuzar no se va por miedo al vacío dentro del partido, y porque interpreta que es el mejor garante de la unidad interna que siempre es un mantra que funciona con eficacia en una formación que quedó traumatizada con el estigma de la escisión en los años 80. Pero, ¿detrás de ese espíritu existe de verdad ese cierre de filas para afrontar el futuro en un contexto de enorme volatilidad y de incertidumbre? La respuesta reside, en esencia, en las organizaciones municipales de Bizkaia y en sus asambleas en los próximos días, que dirán qué candidatos pasan en la primera vuelta. Son estos batzokis los que en noviembre se decantaron por Iñaki Ansola como presidente del Bizkaia y en los que también afloraron las críticas de algunos de los históricos de la 'vieja guardia'. Ahora veremos si la carrera de Ortuzar es un camino de rosas en el último trance o si se va a encontrar en esta última etapa alguna sorpresa inesperada.
El elemento realmente más novedoso en esta nueva etapa podría ser la presentación de Aitor Esteban, portavoz jeltzale en Madrid. Pero es un escenario, el de una pugna directa, poco probable. El duelo entre ambos por el liderazgo jeltzale sería poco comprensible para la militancia del PNV, no aportaría un debate de proyectos sino una discusión de tipo personal. El PNV no está aún acostumbrado para una dinámica de primarias tan abierta y tan descarnada. La última experiencia similar que vivió fue el dramático pulso entre Josu Jon Imaz y Joseba Egibar, que ganó el primero por la mínima, y que dejó heridas dolorosas en el cuerpo social del PNV que el tiempo y el papel contemporizador de Ortuzar ha logrado suavizar.
En todo caso, el actual líder del EBB plantea un debate de fuerte calado político al explicar su decisión. El riesgo de que la legislatura española implosione, por un lado, y la necesidad de que el PNV sea el principal inductor del nuevo estatus de autogobierno en Euskadi van a convertirse en dos referencias ineludibles en un debate que no va a ser tan 'blanco' como algunos creen. Puede haber golpes bajos. Muchos de sus críticos ya intuían que Ortuzar se reservaba la última carta para no irse. Pero es la falta de una alternativa real –de entrada generacional– la que impide por ahora el relevo.
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