Hasta el 11 de diciembre, fecha en la que está previsto la celebración del pleno en el que se votarán las enmiendas a la totalidad de los Presupuestos vascos, los partidos vascos de la oposición podrán seguir con el tira y afloja de sus propuestas en esa especie de cortejo que unas veces tiene final feliz y en otras ocasiones el Gobierno no tiene otro remedio que meter en el cajón su proyecto y prorrogar las Cuentas. Urkullu ya lo hizo en su primer año como lehendakari en 2013 y hasta la fecha no ha sufrido ningún revés como aquel.
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Al PNV, tras el distanciamiento del PP tras la moción de censura que tumbó a Rajoy, le falta un voto para conseguir esa mayoría absoluta que facilitaría la estabilidad absoluta al Gobierno de Urkullu para terminar la legislatura sin más sobresaltos. En la emblemática sede de Sabin Etxea la delegación jeltzale, con Ortuzar a la cabeza, se reunió con la EH Bildu de Otegi y Maddalen Iriarte. La coalición abertzale, tras cerrar un codiciado acuerdo de bases para el nuevo estatus con el PNV, ahora ansía un 'abrazo del oso' con los peneuvistas en los Presupuestos de Urkullu. Pero por lo visto y oído ayer antes y después del encuentro, ni hubo oso ni tampoco abrazo. El PNV marcó distancias con las propuestas de la coalición abertzale y constató las diferencias que ambas formaciones mantienen en el modelo socioecómico.
El consejero Azpiazu echó un jarro de agua fría y de realidad a las aspiraciones de EH Bildu de pedir complementar las pensiones con 350 millones -cantidad que ya está comprometida para el aumento del sueldo de los funcionarios- al avisar que de hacerlo, los Presupuestos del Gobierno Vasco podrían ser recurridos porque no tiene competencias para su abono. Todo un aviso.
También resulta curioso cómo ahora la coalición aber-tzale ambiciona gastar más de lo que se puede en el Presupuesto del Ejecutivo de Urkullu, a pesar de que votase en julio en contra del techo de gasto del Gobierno Sánchez, junto a PP y Ciudadanos, Foro Asturias y UPN, con la abstención de Podemos y los catalanes. La propuesta que fue apoyada por el PNV decayó, que suponía un extra de 6.000 millones de euros para las autonomías. Toda una paradoja.
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