El córner de la izquierda
El debate interno del PSOE se ha ‘podemizado’ porque buena parte de su base social reclama una vuelta a las esencias clásicas
Alberto Surio
Viernes, 6 de enero 2017, 08:10
El año 2017 va a ser decisivo para la socialdemocracioa española, que vive un momento convulso y confuso que no es ajeno al problema estructural ... que sufren los partidos del centro-izquierda del resto de Europa. La crisis abierta en el PSOE tras la forzada renuncia de Pedro Sánchez y la puesta en marcha de una gestora provisional que prepare un próximo congreso ponen de relieve la crudeza de la situación, el malestar de buena parte de su militancia y el desconcierto de un electorado que se siente huérfano.
La andaluza Susana Díaz prepara el terreno para el aterrizaje como lideresa del PSOE, a no ser que Pedro Sánchez, o algun otro candidato, le desbarate finalmente los planes y opte por escenificar el pulso. La impresión es que el desmarque de cuadros y dirigentes socialistas hacia su anterior secretario general es manifiesto y que esta deserción desmoraliza a algunos de los sanchistas. Unas dudas que pueden ser determinantes para que no se atreva a dar la batalla interna. Pero nada esta escrito y podía darse la sorpresa de que el antiguo máximo dirigente socialista decidiera finalmente plantar cara frente al establishment interno y externo y, cuando menos, medir fuerzas. En todo caso, la dicotomía entre las bases y las élites proyecta una cierta 'podemización' del debate interno del PSOE, inédita en su historia y de consecuencias imprevisibles.
Las dudas de Sánchez
Sánchez puede tener serias dudas a la hora de presentarse, en la medida en la que lanzarse al ruedo provocaría una evidente división en el partido. Alguno s de sus más fervientes seguidores le animan a que libre este combate, aunque salga malparado. Otros de sus estrechos colaboradores cuando era secretario general -como, por ejemplo, César Luena, que era su secretario de Organización- han preferido replegarse y optan por una solución intermedia que tampoco se ve con claridad. A Sánchez se le percibe ahora en el córner del PSOE, no en la banda ancha de la centralidad interna, pero esta es una visión también alimentada por ciertos dirigentes territoriales, empeñados en ofrecer la imagen de un dirigente frívolo y radicalizado por un espíritu de desquite. Sánchez se ha quedado sin casi generales, pero tiene tropas en su ejército. Y esa es su limitación, pero a la vez le proporciona una indiscutible épica interna.
Eso sí, hay dos errores que pueden pasarle factura y que ensombrecen su posible campaña. El primero fue demoledor y fue el contenido de su entrevista con Jordi Évole en la Sexta, que fue considerado incluso por algunos de sus defensores como una equívoca incursión en el territorio discursivo e ideológico de Podemos. Otro es la reciente iniciativa de un grupo de dirigentes críticos simpatizantes con el sanchismo de alquilar una sede en la calle Ferraz, junto a la sede oficial del partido, para activar una campaña de nueva afiliación. La propuesta ha sido paralizada por la propia gestora que considera que se han traspasado las líneaa rojas y que se plantea incluso abrir un expediente disciplinario contra sus promotores.
Pero una cosa es eso, es decir, que Sánchez lo tenga francamente difícil, y otra que Susana Díaz tenga el camino libre y expedito para presentarse triunfalmente como alternativa a la Secretaría General del partido, como sostienen algunos y desean fervientemente otros de sus rivales, convencidos de que la presidenta andaluza es la mejor garantía para frenar un acercamiento estratégico al mundo de Podemos. De entrada porque Susana Díaz no tiene ninguna intención en este momento de renunciar a la Junta de Andalucía, porque podría implica poner en riesgo la última hegemonía que conserva el Partido Socialista en una comunidad autónoma. Lo de Díaz no está, ni mucho menos, hecho y ella va a tener que pensar mucho si quiere dar el paso y medirse con un rival alternativo. Porque el escenario de la aclamación, un congreso de unidad, es en este momento más un espejismo que una realidad. Cargarse el sistema de primarias podría ser interpretadio como una traicióna la democracia interna.
Pero si a Sánchez se le percibe en el córner, lo cierto es que puede que sean las propias bases las que se sitúan en ese córner. El grado de malestar en la afiliación del PSOE es elevado. La cuestión de fondo es que el electorado histórico de la socialdemocarcia se ha resquebrajado , que es una parte importante de la sociedad la que se ha radicalizado, que no percibe el optimismo por la recuperación económica, que sigue viendo que el empleo que se genera es precario y temporal, que los salarios son escandalosamente bajos y que las nuevas reglas de juego laborales han aumentado de forma abusiva la desigualdad entre muchos jóvenes, mujeres, pensionistas y muchos parados de larga duración. Que, en definitiva, no comparte el diagnóstico oficialista.
Esta realidad ha alimentado un agotamiento del modelo socialdemócrata tradicional y en este contexto se sitúa el auge de Podemos y el giro a la izquierda que reclaman algunos sectores en los partidos socialistas europeos con un empuje creciente. El giro a la izquierda experimentado en el
Laborismo británico tras la reelección de Jeremuy Corbyn o el que se vislumbra en la socialdemocracia alemana son señales de ese cambio de paradigma que se está fraguando en el centro-izquierda europeo. La previsible derrota del socialismo francés en las presidenciales de este año va a completar este paisaje.
Por eso, Sánchez, esgrime la bandera de las bases, indignadas con la gestora, que exigen el congreso y que reivindican el papel histórico del socialismo y la recuperación ideológica. Y enarbola para ello la bandera del regreso a los principios, con el canto de La Internacional como símbolo de contestación. La gestora intenta cortocuircuitarle la estrategia y construir un discurso netamente socialdemócrata que sirva para frenar a Podemos. Determinados acuerdos sociales subida del salario mínimo o acuerdo para evitar los cortes deliz a los ciudadanos sin recursos podrían ser solo dos botones de muestra de ese acento social. La lucha por el "relato" se presenta fraticida.
Por eso, la disputa del PSOE va más allá de un conflicto por el liderazgo interno y se sitúa n el corazón ideologico del socialismo europeo. Con una parte de su electorado clásico desmomovilizado por las nuevas opciones populistas, la clave es la socialdemocracia tradicional es que sea capaz de transmitir un mensaqje creíble y claro y ser percibida como un instrumento útil a la sociedad. En un momento de falta de certidumbre, con el miedo a nuestras espaldas, con el auge del fanatismo y el terrorismo en el corazón del continente, vuelven a emerger la necesidad del regreso a las esencias clásicas y del rearme ideológico, es decir, que la socialdemocarcia recupere su razón se ser. Ciertamente, si el socialismo nació históricamente como una respuesta frente a la injusticia, la actual realidad germina un nuevo caldo de cultivo para explicar su vigencia y su actualización. Pero la sociedad -en la que las nuevas generaciones ya no tienen la conciencia ideológica de sus padres ni de sus abuelos- tiene que percibirlo así.
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