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JORGE SAINZ
Jueves, 20 de octubre 2016, 07:07
Paul Ríos (Algorta, 1974) vivió en primera línea el cese definitivo de la violencia de ETA. Hombre de confianza en Euskadi del mediador sudafricano Brian Currin, el excoordinador de la red por el diálogo Lokarri participó en la organización de la conferencia internacional de Aiete. Un lustro después, ahora trabajando como autónomo en distintos proyectos sobre convivencia y como investigador social en el centro Agirre Lehendakaria Center, disecciona los logros y fallas de aquel proceso.
-¿Qué balance hace cinco años después del cese de la violencia de ETA?
-Un balance positivo, aunque haya algunos problemas. Uno de los principales objetivos, que era que la violencia de ETA terminara definitivamente, se ha conseguido y es total y absoluto. También ha habido avances importantes en el terreno de la convivencia y del reconocimiento a todas las víctimas, con iniciativas plurales como Gleencree y Eraikiz. La situación se ha asentado bien en la sociedad vasca y, aunque ya no es la principal preocupación ciudadana, hay que hacer un esfuerzo en cerrarlo de la mejor manera posible
-¿Cuáles son los problemas?
-Todos esperábamos que a estas alturas ETA estuviera desarmada. En el tema presos no ha habido avances y entre los partidos faltan unos mínimos consensos básicos para consolidar la convivencia.
-¿Sigue siendo viable la hoja de ruta de Aiete una vez constatado que el Gobierno español no va a implicarse?
-Aiete presentaba la hoja de ruta más lógica. Pero vista la actual situación, y aunque no nos guste, es más inteligente dar por supuesto que no vamos a recibir ninguna colaboración del Gobierno de España. Al final, no se puede estar mirando todo el rato a lo que hace o deja de hacer el Gobierno, sino a lo que necesita la sociedad vasca.
-¿Qué se puede hacer, a su juicio?
-Al igual que ETA debía haber puesto final a la violencia escuchando a la ciudadanía vasca, en el resto de cuestiones de su ámbito de responsabilidad, debería escuchar más a la la sociedad vasca que a lo que dice el Gobierno. El destinatario del desarme no es el Gobierno sino la sociedad vasca. ETA debe dar pasos y dar una buena respuesta a esas peticiones de la ciudadanía.
-¿Iniciativas como la del Foro Social Permanente del sábado en Aiete van en esa dirección?
-Sirven para que quienes en la ciudadanía vasca quieran participar tengan un espacio para hacerlo. ETA y el resto de actores implicados en el proceso de paz deberían escuchar las peticiones del Foro Social.
-¿El Gobierno francés puede implicarse o el desmantelamiento de un zulo hace unos días evidencia lo contrario?
-ETA ha apostado durante este tiempo por un desarme acordado con el Gobierno español que se ha visto que no es viable ni posible. A partir de ahí puede que haya decidido intentarlo con el Gobierno de Francia. Pero viendo la colaboración histórica de ambos gobiernos, tampoco veo grandes posibilidades. Si esto se mantiene así, puede ocurrir que al final ETA acabe desarmada por la vía de los hechos o que transcurra tanto tiempo que a la sociedad vasca no le importe si se desarma o no. Si el desarme pierde valor y no sirve para impulsar otros avances, pues, ¿para qué el desarme? Estamos en ese punto crítico. Si ETA no toma decisiones, bien de manera unilateral o acompañada en un proceso acordado con otros que no sean los Estados, puede ocurrir que a nadie le interese el desarme.
-ETA está explorando la posibilidad de que el Gobierno Vasco dé cobertura a un proceso de desarme. ¿Qué le parece?
-Más que dar cobertura, el Gobierno Vasco puede ser un agente activo, no solo un simple acompañante, ya que representa a la ciudadanía. Si se abre una puerta, no tengo dudas de que el Gobierno Vasco lo apoyará.
-¿Un eventual desarme y desaparición unilateral de ETA puede favorecer el fin de la dispersión, como repite el ministro de Interior?
-No lo sé. Pero alguien debería pedirle al ministro una declaración jurada de que en ese caso va a haber un cambio en la política penitenciaria. No sería la primera vez que al ministro de turno le escuchamos declaraciones de este tipo y luego no cumplirlas.
-PSE-EE y PP, los dos partidos que más sufrieron la amenaza de ETA, han quedado relegados en el Parlamento Vasco en cuanto a representación. ¿Qué le sugiere esto?
-Creo que las causas de esa bajada no están relacionadas ni con el proceso de paz ni la convivencia, sino con la política en España, el cambio del sistema de partidos, la corrupción, etcétera. También tengo la impresión de que no han terminado de adaptarse a la nueva situación que hay en Euskadi. Tú miras las encuestas sobre temas relacionados con la convivencia y los dos han seguido anclados en dinámicas más propias de los años anteriores. Han tenido un problema, sabiendo lo injusto que es que personas que han sufrido la violencia de ETA, cuando ésta termina no vean recompensado en votos lo que ellos padecieron.
Parlamento Vasco
-¿La nueva relación de fuerzas en el Parlamento Vasco con PNV, EH Bildu y Elkarrekin Podemos puede ayudar a avanzar en las cuestiones pendientes?
-Depende de su voluntad y capacidad de llegar a acuerdos. Sí tengo claro que en el Parlamento Vasco hay una mayoría que apuesta por un proceso de paz sobre unas bases de entendimiento y colaboración. El PP dirá que a la ciudadanía estos temas no le preocupan, y que no hay que hacer nada, pero PP y PSE-EE tienen que ser conscientes de que, aunque representen a una parte a tener en cuenta, no representan ni de lejos a la mayoría.
-¿Un horizonte sin elecciones, al menos de carácter vasco, puede ser un tiempo de avances?
-Hace cuatro años pensábamos lo mismo. Los partidos tienen que hacer una reflexión. Han pasado cuatro años obligados a una descompresión tras años complicados y llega la hora de construir. Había más voluntad de colaboración cuando ETA estaba activa que ahora.
-¿Episodios como la polémica por la agresión a dos guardias civiles en Alsasua evidencian que queda camino por recorrer?
-Tengo tantas dudas sobre lo que ha ocurrido que me siento incapaz de dar una respuesta. Si hay un elemento ideológico sería un signo de que la convivencia hay que trabajarla y que la idea del respeto al diferente hay que interiorizarla mucho más. Pero si es una pelea de fiesta que se va de las manos ya es otra cuestión. Sí es cierto que en nuestra sociedad permanecen actitudes del pasado que hay que trabajar para que, desde las profundísimas diferencias que pueda haber, haya una mínima base de respeto al diferente.
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