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Restaurante El Gallener de l'Antiquari, Tarragona.

Restaurantes con historia

Tarragona tiene un pasado muy presente no solo en las ruinas de las murallas, el acueducto que abastecía de agua a la población o el anfiteatro, también en su oferta gastronómica

GUÍA REPSOL

Viernes, 5 de junio 2015, 18:27

Tarragona tiene a sus espaldas más de 2.000 años de historia y la herencia de una cultura, la romana, que todavía hoy se palpa. Un pasado muy presente no solo en las ruinas de las murallas, el acueducto que abastecía de agua a la población o el anfiteatro, también en su oferta gastronómica. Los restaurantes de la ciudad son un reflejo del legado que dejó el gran Imperio Romano, ya que la ciudad se construyó sobre los cimientos romanos que todavía hoy son visitables. Además, se encuentran edificios de arquitectura y diseño modernista y otros donde se descubren trazas de pobladores árabes entremezcladas en edificaciones de la Edad Media del reino aragonés.

Arrancamos nuestra ruta en la misma Tarragona, en la pizzería Pulvinar. Se encuentra en lo que antiguamente era el centro político de la ciudad romana, concretamente en la escalera de acceso al pulvinar, el espacio en donde se sentaban las autoridades que asistían a las carreras de cuadrigas. En sus muros podemos descubrir restos de la cornisa del circo romano y parte de la muralla que, en el siglo XII, construyeron los repobladores de la zona. En la carta, encontramos ensaladas, pasta, pizzas y carnes y pescados a la parrilla.

Si queremos probar algunas recetas romanas, debemos pasarnos por Alhambra Beer, una cervecería que, en esta semana, presenta platos como el moratum, una pasta de queso con ajo tierno. La decoración también retrocede unos cuantos siglos, llenándose de capas y coronas de laurel, y busca que el comensal se sienta como en un banquete romano. De beber, cerveza con miel, de trigo o aromatizada con cerezas o fresas, y vino romano que distribuye su dueña, los mulsum que se sirve caliente-, rosatum y violaceum. También participa en Tarraco a Taula la vertiente gastronómica del festival Tarraco Viva- el restaurante El Gallinero de lAntiquari, ubicado en lo que fueran las caballerizas de un palacio del silo XVII que se asentaba sobre las ruinas de la muralla del foro.

Viajamos hasta Reus para encontrar un edificio considerado ya de estilo modernista tras la remodelación del arquitecto Pere Caselles, artífice junto a Lluis Domènech i Montaner de la mayoría de espacios de este estilo en la ciudad. Se trata del Museo del Vermut, inaugurado el año pasado, con una amplia exposición en torno a esta bebida y diferentes espacios donde disfrutar, bien de comida mediterránea en su restaurante, o de una copa de vermut acompañada de una buena conserva.

Finalizamos en un complejo olivarero entre los municipios de Reus y La Canonja. El nombre de La Boella proviene, muy probablemente, del primer dueño del terreno, el musulman Bu-Alla. Sin embargo, varios documentos fechan el comienzo de la actividad de la almazara en el siglo XII, de donde data su actual arquitectura. En su restaurante Espai Fortuny se toman menús con producto de proximidad y muchas raíces mediterráneas. Se puede constatar en platos como el arroz del Delta con ceps y butifarra de lAlborç o la ensalada de caballa y salsa romesco.

Fuente: GUÍA REPSOL

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