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Lunes, 2 de julio 2018, 17:05
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Llegó a Cantabria a estudiar y sin saber conducir. En Torrelavega, la errenteriarra Naiara Vázquez se diplomó en Fisioterapia, aunque no fue eso lo que cambió su vida. Mientras poco a poco sus destrezas al frente del volante aumentaban, la joven guipuzcoana conoció a Roberto (su profesor de autoescuela), un cántabro que dibujó poco a poco el camino hacia su corazón. Desde hace un par de años, viven en Cóbreces, una pequeña localidad en el corazón de Cantabria (junto al acantilado de El Bolao y entre Comillas y Santillana del Mar), donde regentan una histórica posada.
«Este verano cumplimos dos años al frente de la Posada Alfonso. Decidimos comprarla y abrimos prácticamente todos los fines de semana del año. En julio, agosto y hasta mediados de septiembre, en cambio, durante toda la semana», explica la errenteriarra, quien, entre semana, trabaja como fisioterapeuta en una residencia de ancianos de Torrelavega. También da masajes a los clientes de la posada.
Tanto Naiara como Roberto confiesan que lo más duro fue el primer verano. El edificio, del año 1810 y que guarda esa esencia, era de los padres de él hasta que la joven pareja decidió dar el paso.
En una zona tan bella, por supuesto, no faltan los establecimientos rurales en los que pasar la noche. Por eso, «permitir la entrada de mascotas o dar masajes a los clientes puede marcar la diferencia. Ahora, hay fines de semana malos y otros que son mejores y que ayudan a que la posada siga viva», apuntan. Cuentan con catorce habitaciones, parking, jardín y lo más importante para muchos: un desayuno completo y con productos cántabros como sobaos pasiegos o lazos. Y, claro, «intentamos que la gente se sienta como en casa cuando nos visita», apunta Roberto.
Con poco más de 500 habitantes, Cóbreces ofrece la posibilidad de disfrutar de un entorno rural. Se encuentra entre Comillas y Santilla del Mar, cerca también de San Vicente de la Barquera. Por Cóbreces pasa el Camino de Santiago de la Costa. En la Edad Media, el pueblo perteneció al señorío de los Nueve Valles de Asturias de Santillana. Es un gran sitio para comprar el tradicional queso picón.
El pueblo destaca y merece la pena por el acantilado de El Bolao. Los curiosos que se acerquen, además de contemplar un paisaje maravilloso, verán una preciosa cascada y un viejo molino en ruinas.
Junto a Cóbreces, son muchos los rincones que el visitante puede descubrir. Los planes son abundantes. Estos son algunos de ellos:
A 9,9 kilómetros
Es conocida como la villa de las tres mentiras porque no es ni santa, ni llana, ni tiene mar... Se encuentra al este de Cóbreces y merece la pena pasar unas horas en la localidad. Cuenta con edificios históricos y las cuevas de Altamira (el primer lugar en el mundo en el que se identificó la existencia del Arte Rupestre del Paleolítico superior) están a pocos minutos andando.
A 10,1 kilómetros
Es una localidad conocida por su universidad y que está al oeste de Cóbreces. Destaca también por sus edificios medievales y barrocos y por ser uno de los pocos sitias fuera de Cataluña en los que intervino Antoni Gaudí. También es conocida como la villa de los arzobispos.
A 18,4 kilómetros
Al oeste de Cóbreces, cuenta con una gran belleza natural y patrimonial. El parque natural de Oyambre, el castillo... No faltan los planes.
A 30 kilómetros
En la sierra de Arnero, es una cavidad única a nivel mundial por la calidad y cantidad de las formaciones geológicas con las que cuenta en sus 20 kilómetros de longitud. Se abrió al público en 2005 y son cuatro los kilómetros que se pueden visitar.
Desde Cóbreces también se puede visitar Cabárceno, Potes, Llanes... No faltan los planes.
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