Xabi Alonso, ejemplaridad personal
Tribuna ·
Su comportamiento dentro y fuera del campo es modélico por su sensatez, humildad y respeto al contrarioUtilizados como escape social, los futbolistas profesionales se han convertido en una especie de gladiadores del siglo XXI. Han pasado en pocos años de ser ... personas populares a ser famosos, convertidos hoy día en personajes de pasarela venerados, idolatrados y entronizados socialmente de forma mitómana hasta límites que rayan el esperpento. Hemos pasado del circo romano al estadio de fútbol.
Mis lejanos recuerdos como aficionado chocan con esta impactante realidad económica: el fútbol es negocio, puro mercado, los aficionados somos meros comparsas. Triste realidad para los amantes del romanticismo futbolero de antaño. Los clubes de fútbol gestionan sentimientos, los de los aficionados, pero sobre todo recursos económicos. Y su principal fuente de ingresos proviene de la locura televisiva semanal, fútbol casi a diario como analgésico social frente a todo lo negativo que nos rodea.
Casi cada día de la semana hay fútbol, muchas veces con horarios penosos, arrastrados por la tiranía de los derechos televisivos, transformando al hincha en frío espectador desde el salón de su casa o desde la barra de un bar; los informativos de todas las cadenas incorporan un largo bloque «futbolero» en cada emisión, y se ocupan de todo lo que rodea a los futbolistas, convertidos en pasto de la «carnavalización» de nuestras vidas, donde todo lo de los «famosos» se airea, todo importa, sin lugar ni respeto a la tristemente menospreciada privacidad e intimidad.
Todo se mercantiliza, desde las camisetas cuyo diseño cambia cada año para forzar al apasionado seguidor a comprar el último modelo, hasta los propios jugadores, «hombres-anuncio» que sirven como reclamo publicitario y símbolo de un artificial, efímero y hueco éxito social.
En medio de un contexto social y político donde los «valores» al alza caracterizan malas praxis que con frecuencia se llevan por delante proyectos sociales por luchas de egos desaforados propongo reflexionar sobre un ejemplo contrario a tales prácticas, un buen espejo en el que mirarse en medio de una crisis de valores sociales: Xabi Alonso, cuyo comportamiento en el campo y fuera de él ha sido siempre ejemplar por su sensatez, su capacidad reflexiva, su humildad, su solidaridad dentro del equipo, su respeto al contrario, su formación educativa superior que nunca descuidó para preparar así su futuro profesional cuando el fútbol acabase, su inteligencia innata para leer los partidos y saber en cada momento cómo actuar.
Siempre trabajador, sin divismo ni ego desmedido, con los pies en el suelo, ávido en toda su carrera del deseo de mejora y de aprendizaje, sin autocomplacencia, sin dejar que el éxito frenase nunca su laboriosidad.
Hoy, en su condición de futbolista ya retirado inicia su carrera como entrenador en el segundo equipo de nuestra Real Sociedad tratando de trasladar su personalidad y su filosofía de vida (y futbolística) a la gestión de un grupo humano joven lleno de ilusión y de sueños. Ha vivido (y vive hoy día) con ilusión, intensidad, motivación y ganas de mejora cada uno de sus días de trabajo.
Su notoriedad social, su condición de «persona pública» no ha cambiado su carácter. Ni siquiera para decidir llegar hasta el final en defensa de su inocencia frente a la reclamación que Hacienda planteó frente a él y que llegó hasta los tribunales, que ahora le han absuelto por entender que no existió ni delito ni fraude fiscal alguno por su parte cuando, siguiendo las indicaciones de sus asesores fiscales, derivó la parte de sus ingresos provenientes de la explotación de derechos de imagen a una empresa radicada en Portugal (Madeira). Rechazó pactar con la Fiscalía y prefirió ir a juicio para defender su inocencia, con el riesgo reputacional que conllevaba esa decisión.
El caso de Xabi es único, y no solo por el hecho de que mantener su inocencia hasta el final. Hay dos claras diferencias respecto a futbolistas imputados anteriormente. Por un lado, la sociedad que Xabi estableció en Madeira no solo se dedicaba a gestionar los derechos de imagen, por lo que no se ha podido demostrar que su actividad fuese una simulación y, por tanto, se tratase de una empresa fantasma.
El otro aspecto era la ubicación de la misma, en un territorio con un régimen fiscal beneficioso pero no inexistente, al estar en Portugal, un país de la Unión Europea y no en un paraíso fiscal. Éstos han sido los principales argumentos por los que ha sido absuelto. Madeira territorio europeo a todos los efectos. Su jurisdicción y su régimen normativo-fiscal, validado por todos los Estados de la UE, responde a los principios y libertades contenidos en el Derecho Europeo/Comunitario.
Madeira dispone de un régimen fiscal que ha sido calificado jurídicamente como «Régimen fiscal preferente», similar en su calificación y contenido al de Canarias y nunca ha figurado ni ha sido considerado como paraíso fiscal. No figura ni ha figurado registrado en las listas «negras» internacionales.
Xabi ha sido el único futbolista que decidió defender su inocencia. Otros como Messi o Cristiano Ronaldo también fueron acusados de fraude fiscal, pero optaron por un acuerdo con Hacienda y pagaron la multa millonaria correspondiente. Xabi Alonso defendió desde el principio su inocencia y decidió ir a juicio, que ha ganado. Se ha hecho justicia. Su dignidad y su honradez nos dan otra lección de vida y de valores fuera de los terrenos de juego.
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