El presidente Sánchez verbalizó ayer por primera vez y con meridiana claridad su interés por desbloquear el paquete de transferencias pendientes –excluido el régimen económico ... de la Seguridad Social– que Urkullu detalló recientemente en un escrito dirigido al propio jefe del Ejecutivo español. El lehendakari reclama el cumplimiento íntegro del Estatuto y, por las últimas declaraciones del presidente del Gobierno, se deduce que el inquilino de la Moncloa asume la importancia estratégica que para su futuro supondría colmatar a la mayor brevedad las competencias pendientes que contempla el actual marco autonómico.
Transferir las competencias pendientes a Euskadi supondría para Sánchez la posibilidad de mostrar a Cataluña –sumida en una endiablada encrucijada– que existe una vía posible para consolidar el autogobierno al margen de la unilateralidad que ha provocado consecuencias traumáticas.
La posible entrega a Euskadi de las transferencias que el ministerio de Meritxell Batet está agrupando en un calendario de ejecución que será recibido la próxima semana en Ajuria Enea significaría también el espaldarazo al planteamiento que el lehendakari Urkullu está defendiendo en su vía pragmática por la consolidación del autogobierno sin poner en riesgo la estabilidad de las estructuras institucionales.
La ratificación por parte de Sánchez de que la codiciada y simbólica transferencia de Prisiones está en la agenda del Gobierno socialista para ser trasladada a Euskadi deja traslucir que el presidente se siente cómodo en sus relaciones con el lehendakari y con el PNV –leal apoyo del Gobierno en las Cortes– y que sintoniza con sus planteamientos pragmáticos y posibilistas.
Sánchez, visiblemente presionado por el desafío del procés, busca el ejemplo vasco para contraponerlo a la agitación hasta el extremo que se exporta desde Cataluña. Ha asumido incluso como óptimo y deseable el camino de ensanchar los acuerdos –más allá de los suscritos recientemente por PNV y EH Bildu– que alienta Urkullu para armar el futuro Estatuto vasco. Detrás parece que hay trabajo de cocina.
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