Recetas pragmáticas
El primer lunes de septiembre, con el arranque del curso político, proporcionó mensajes de claro pragmatismo ante un horizonte de incertidumbre que se complica con ... la presión que el president Torra imprime al Gobierno de Sánchez, que a su vez busca la cuadratura del círculo para evitar que su gabinete se vea obligado a convocar elecciones anticipadas ante la falta de un presupuesto con sello propio. El presidente socialista, sabedor de que sus apoyos parlamentarios penden de un hilo -sobre todo el de los independentistas catalanes-, quiere apurar todas las opciones posibles para que el laberinto en el que está sumida la política catalana tenga una salida factible y legal. Sánchez habló de activar una consulta, aunque en realidad se refiera a la votación de un nuevo Estatut que contenga más autogobierno y que, eso sí, sea elaborado por los partidos catalanes con los mimbres de la legalidad, evitando así el último 'cepillado' del Tribunal Constitucional. El presidente del Gobierno, que regresó con las pilas cargadas de su gira iberoamericana, recordó que los catalanes no votaron el vigente Estatut y quiere huir del inmovilismo que mostró Rajoy sobre Cataluña. Por eso busca posicionarse en una vía constructiva y posibilista que ante un escenario de adelanto electoral no le sancione en las urnas su estrategia ante el caso catalán. Su movimiento en el tablero, rechazado de inicio por la Generalitat, podría incluso provocar nuevas tensiones entre el soberanismo.
Mientras, el lehendakari Urkullu, en sintonía con Sánchez, también puso los pies en la tierra e hizo hincapié en su vía transversal para el futuro marco jurídico en Euskadi. Recordó que fuera de la legalidad, el futuro Estatuto vasco no tendría ningún recorrido en Madrid y puso como ejemplo el frustrado plan Ibarretxe, cuyas consecuencias difícilmente serán borradas de la memoria de los actuales burukides. Urkullu, que habrá satisfecho a sus socios socialistas con su mensaje, no se anduvo por las ramas para avisar a EH Bildu de que los pulsos del «todo o nada» son peligrosos.
Al pragmatismo también se sumó Junqueras desde la cárcel, en la que le visitó el lehendakari, para pedir que no se agreda en la calle a los no independentistas. Algo se mueve en esa línea.
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