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Josemari Alemán Amundarain

El líder que se cree necesario

El mesianismo político puede operar en democracias formales siempre que las instituciones se debiliten lo suficiente y los ciudadanos renuncien a la crítica

Raisiel Damián Rodríguez González

Profesor de Humanidades y Teoría Política de la Universidad Francisco de Vitoria

Lunes, 7 de julio 2025, 00:02

Hay veces en que el poder deja de ser una herramienta de organización racional de lo público y se convierte en relato, casi en novela ... de redención. No es un fenómeno nuevo, pero en sociedades cada vez más entregadas al espectáculo, la figura del político como gestor ha ido dejando paso a otra mucho más peligrosa: la del salvador. Algunos líderes superan la creencia de que poseen buenas ideas capaces de servir a la sociedad, y pasan a convencerse —y a convencer a otros— de que sin ellos no hay salvación posible. Justo ahí es donde empieza el verdadero problema. A este fenómeno se le ha llamado, con razón, mesianismo político. Y no es una etiqueta lanzada al azar. Tiene raíces profundas en la filosofía política, la teoría antropológica y la psicología del liderazgo. El mesianismo aparece cuando el político deja de presentarse como parte de un proyecto institucional compartido y comienza a hablar, de forma más o menos explícita, como quien ha sido elegido por el destino —o por la Historia, o por la voluntad popular, o por el dolor del pueblo— para cumplir una misión que solo él puede llevar a cabo. Es entonces cuando el discurso se vuelve religioso en el peor sentido, con llamadas a la fe, apelaciones al sacrificio y una narrativa redentora que transforma la política en cruzada.

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