Falacias sobre Indalecio Prieto y el golpe militar de Franco
Nora Abete y Txema Oleaga
Teniente de alcalde del Ayuntamiento de Bilbao y senador por Bizkaia PSE-EE
Lunes, 2 de junio 2025, 02:00
Soy socialista a fuer de liberal (...). El socialismo es la perfectibilidad liberal». Indalecio Prieto pronunció estas palabras en su conferencia en la Sociedad El Sitio ... de Bilbao el 21 de marzo de 1921. El título de la conferencia, 'La libertad, base esencial del socialismo'.
Escribimos este artículo ante la enorme preocupación que hemos sentido al escuchar las palabras de una alta dirigente del Partido Popular, Esperanza Aguirre, en un programa de televisión, en el que sostuvo sin rubor una tesis absolutamente falaz y que otras personalidades de la derecha y la extrema derecha vienen defendiendo desde el momento mismo en que se produjo el golpe de Estado del general Franco. Dicha falacia atribuye a Indalecio Prieto la responsabilidad en el asesinato de Calvo-Sotelo y la inevitabilidad del posterior alzamiento militar.
Todo esto responde a una estrategia de algunos sectores conniventes con el denominado 'franquismo sociológico' y que pretenden reescribir la historia, blanquear la dictadura y deslegitimar las instituciones democráticas sobre las que se asienta nuestra convivencia. Y en este breve trabajo vamos a intentar demostrarlo poniendo esa intencionalidad política frente al espejo de la realidad. Y lo haremos con tres ideas que acreditan, a nuestro juicio, la triple falacia que encierran palabras tan deleznables como las de Esperanza Aguirre.
La primera falacia consiste en atribuir a Indalecio Prieto la autoría intelectual del asesinato de Calvo-Sotelo. Como ha expuesto en reiteradas ocasiones el profesor Luis Sala González, presidente de la Fundación Indalecio Prieto, una mentira repetida durante ochenta años no se convierte en verdad. Un informe elaborado por más de 250 historiadores concluyó que el asesinato de Calvo-Sotelo fue un acto de venganza de algunos miembros de la Guardia de Asalto del cuartel de Pontejos ante el asesinato de uno de sus compañeros, el teniente José del Castillo, a manos, presuntamente, de una organización militar clandestina, La Unión Militar Española (UME).
Prieto se encontraba pasando el fin de semana en Pedernales (Sukarrieta), visitando, entre otras localidades de Bizkaia, la villa marinera de Bermeo. Y tuvo conocimiento del asesinato de Calvo-Sotelo por la llamada de Julián Zugazagoitia el 12 de julio. Regresó a Madrid y asistió al funeral del teniente Castillo el día 14 y al día siguiente, a la reunión de la Diputación Permanente de las Cortes, donde condenó el crimen de manera inequívoca. Ni Gil Robles, líder de la CEDA, ni ninguna otra persona allí presente lanzó acusación o insinuación velada de ninguna clase a una atribución de responsabilidad a Prieto en aquellos hechos.
En conclusión, Indalecio Prieto no tuvo ninguna participación, ni directa ni indirecta, ni material ni intelectual, en el crimen de Calvo-Sotelo.
La segunda falacia es que Franco se vio obligado a actuar para restablecer la convivencia y el orden constitucional. Esta tesis, que tantos y tantas defienden en el PP y en la ultraderecha, choca con la realidad de una manera tan evidente que pudiera parecer innecesario contestar. No solo por la condena del asesinato por parte del Gobierno de Casares Quiroga, sino por el hecho de que Franco manifestó en su discurso en Burgos, al frente del Gobierno provisional después del golpe de Estado, que su intención era establecer un Estado totalitario.
No llegamos a comprender que personas como Esperanza Aguirre y otras puedan llegar a sostener que Franco no diera un golpe militar sino una suerte de acción de defensa del orden constitucional. El alzamiento militar de Franco fue un golpe de Estado en toda regla y opiniones como las de Aguirre pretenden blanquear la dictadura.
Y tercera falacia. La dictadura fue un mal menor frente al desastre de la República. Sinceramente, pensamos que lo burdo de esta tesis, esconde un ejercicio de deslegitimación de nuestra democracia. La República aprobó el sufragio femenino que la dictadura eliminó. Una mujer no tenía derecho a abrir una cuenta corriente para gestionar su dinero. No existía el divorcio y los maridos podían someter a sus esposas. La dictadura eliminó el pluralismo político o sindical. Y los derechos humanos constituían una entelequia. Se negaba la diversidad sexual o la libre expresión de las ideas. La República fue un intento de incorporar a nuestro país al concierto de las naciones democráticas y fue interrumpido abruptamente por una rebelión militar encabezada por una persona cruel y sanguinaria como Franco. Deseamos que la mentira y el odio queden para siempre desterrados de nuestra convivencia democrática. Porque si algo amamos es la libertad.
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