Diversidad lingüística, patrimonio de todos
Muriel Larrea
Presidenta del PP de Gipuzkoa
Miércoles, 11 de junio 2025, 02:00
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Muriel Larrea
Presidenta del PP de Gipuzkoa
Miércoles, 11 de junio 2025, 02:00
España es, ante todo, un país de una riqueza cultural inabarcable, un mosaico de identidades, lenguas y tradiciones que han convivido y evolucionado a lo ... largo de los siglos. Esta pluralidad, lejos de ser un obstáculo, constituye uno de los mayores tesoros del país y un motivo de orgullo para todos los españoles. En el corazón de esta diversidad se encuentran nuestras lenguas oficiales, que no solo son vehículos de comunicación, sino auténticos patrimonios vivos que reflejan la historia, la creatividad y la idiosincrasia de nuestras comunidades.
Nuestra cultura es el resultado de una compleja superposición de influencias: íberos, celtas, romanos, visigodos, árabes y judíos han dejado su huella en nuestro arte, arquitectura, gastronomía y, por supuesto, en nuestras lenguas. El castellano, nacido en la antigua Castilla y enriquecido con miles de palabras árabes, se ha convertido en la lengua común y en uno de los grandes legados de España al mundo, hablado hoy por más de 400 millones de personas. Pero sería un error reducir la identidad lingüística de España solo al castellano.
Junto al español, conviven otras lenguas oficiales: catalán, gallego, euskera. Cada una de ellas es el reflejo de una historia particular, de una literatura propia y de una visión del mundo que enriquece el acervo común. El catalán, con su vasta tradición literaria y cultural; el gallego, que conecta con la lírica medieval y la poesía contemporánea; el euskera, lengua milenaria y única en Europa, son todas ellas expresiones legítimas de la pluralidad española.
La Constitución de 1978 supuso un antes y un después en el reconocimiento y protección de esta diversidad lingüística, tras décadas de represión y uniformidad. El texto constitucional no solo proclama el castellano como lengua oficial del Estado, sino que reconoce la cooficialidad de las demás lenguas en sus respectivas comunidades autónomas, considerándolas una 'riqueza' que merece protección y especial respeto. Este marco legal ha permitido la recuperación, normalización y promoción de las lenguas cooficiales, integrándolas en la educación, la administración y la vida pública.
Defender la riqueza cultural implica, necesariamente, defender sus lenguas. No son solo patrimonio de quienes las hablan como lengua materna, sino de todos los españoles. Son parte de nuestra memoria colectiva, de nuestro imaginario y de nuestra creatividad. La literatura española no se entiende sin Rosalía de Castro, Espriu, Gabriel Aresti o Joan Fuster, del mismo modo que no se entiende sin Cervantes o Lorca. Cada lengua aporta matices, formas de pensar y de sentir, que enriquecen el conjunto y nos hacen más libres y tolerantes. Además, la diversidad lingüística es un motor de innovación y creatividad. En la música, el cine, el teatro o la literatura, la convivencia de varias lenguas ha dado lugar a obras de gran originalidad y proyección internacional. Los festivales, las editoriales, las producciones audiovisuales en catalán, gallego o euskera contribuyen a la vitalidad cultural del país y proyectan una imagen de España moderna, plural y abierta al mundo.
El patrimonio histórico y monumental de España, con más de 17.000 bienes declarados de interés cultural y el quinto puesto mundial en sitios inscritos en la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco, es inseparable de esta diversidad. Las catedrales, mezquitas, palacios y ciudades históricas son testimonio de una convivencia, a veces difícil pero siempre fecunda, entre diferentes culturas y lenguas.
En un mundo globalizado, donde la uniformidad amenaza con borrar las diferencias, España ofrece un ejemplo de convivencia y respeto a la diversidad. Las lenguas oficiales son, por tanto, un bien común, una herencia que debemos cuidar y transmitir a las futuras generaciones. No se trata solo de protegerlas por ley, sino de valorarlas como parte esencial de nuestra identidad colectiva.
En definitiva, la riqueza cultural del país reside en su pluralidad, en la suma de sus diferencias. Nuestras lenguas oficiales son un reflejo de esa diversidad y, al mismo tiempo, un puente que une a todos los españoles en un proyecto común. Defenderlas es defender la libertad, la creatividad y la dignidad de un país que ha hecho de la diversidad su mayor fortaleza.
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