El tren listo pasa por Ezkio
Si la primera línea de AVE decidida en los 80 hubiera sido Madrid-Irun, hoy esa sería de alta velocidad hasta París y enlazaría con el circuito ferroviario europeo
Mikel Urretabizkaia
Miércoles, 5 de marzo 2025, 01:00
En 1988 una revista, entonces de amplia difusión, Cambio16, publicó en portada la imagen de un TGV con la leyenda «El tren bobo. Europa al ... norte, inversión al sur». Se refería a la decisión del Gobierno de construir la primera línea de tren AVE desde Madrid a Sevilla, con ancho europeo, es decir, una isla.
Aquella decisión había sido tomada tras sofisticados cálculos estratégicos. El presidente del Gobierno, Felipe González, y su vicepresidente, Alfonso Guerra, eran de Sevilla. Su partido, el PSOE, tenía mayoría absoluta en el parlamento. El primer AVE, «pa mi pueblo». Como dijo el propio González, «sabía que si el AVE no comenzaba por aquí, terminaría por no llegar». Una excelente razón estratégica.
Los mapas tienen un valor estratégico real. Hoy asistimos sorprendidos a esa política de matonismo implantada por Donald Trump, con territorios como Ucrania, tan afectados por su estratégica situación en el mapa.
Si nos fijamos en el mapa de la península ibérica, veremos que Madrid enlaza casi en línea recta con París por Irun y, desde allí, con el continente europeo. Eso debieron pensar a mediados del siglo XIX, cuando se decidió el trazado de la línea ferroviaria del Norte en 1856, que enlazaba con la frontera en Irun. Una decisión estratégica.
La historia del AVE, en cambio, es una historia de concesiones y prebendas políticas para obtener rédito electoral y parlamentario, nada que ver con decisiones estratégicas. Un día los políticos invocan el excesivo gasto, otro razones geoambientales, lo que venga bien, y venda bien, para su cortoplacismo habitual.
En el caso vasco, se añadió un elemento perturbador que permitió incidir en el escaso interés político por construir un AVE directo Madrid-Irun, como el que funcionaba en la línea ferroviaria anterior. Ese elemento fue ETA, que situó como uno de sus objetivos prioritarios al tren de alta velocidad y a sus constructores, con el asesinato en 2008 del empresario Inaxio Uria, por ejemplo.
Si la primera línea de AVE decidida en los ochenta hubiera sido Madrid-Irun, hoy esa línea sería de alta velocidad hasta París y enlazaría con el circuito ferroviario europeo, porque Francia se hubiera encontrado ante un hecho que no podría haber obviado, un tren de alta velocidad con ancho europeo en la frontera de Irun. Y ello hubiera obligado a enlazar con alta velocidad la línea París-Hendaia. No hubiera habido excusas y sí presión de la Comunidad Europea para crear un verdadero enlace europeo de alta velocidad.
Pero no fue así. Al contrario, las autoridades españolas retrasaron el enlace con Francia hasta 2013 y lo hicieron por Girona, y Francia se permitió, como España, su propia política ferroviaria.
Nos han tomado el pelo durante años con lo del transporte ferroviario. Nos hemos quedado a la cola
A finales de los ochenta del siglo XX, el Gobierno Vasco situaba como un elemento clave de desarrollo y una opción estratégica esencial, la Y vasca, cuyo estudio se había iniciado unos años antes. 35 años después seguimos casi donde lo dejamos. No hay AVE, aunque se le espera.
En 1992 se inauguró la línea de AVE Madrid-Sevilla. Aquel lejano año tuve la oportunidad de viajar en ese tren, con gran envidia por cierto, desde Sevilla a Madrid. Al llegar a la estación de Puertollano salí a la puerta del tren movido por la curiosidad. No bajó ningún pasajero. No subió ningún pasajero. Hoy nadie discute la ventaja que ha supuesto esa línea para Andalucía. Su construcción obligó a una inversión multimillonaria, que tambaleó los presupuestos del Estado.
Ahora, los políticos se preocupan del gasto que supone enlazar Gipuzkoa con Navarra y el eje mediterráneo por Ezkio. Se han vuelto, de pronto, ahorrativos.
Ramón Alzórriz, que no es ingeniero de montes, caminos y canales, sino técnico administrativo, pero resulta ser secretario de Organización del Partido Socialista de Navarra y como tal tiene mando y poder de decisión, nos explica que el trazado entre Gipuzkoa y Navarra «se hará por Vitoria o no se hará».
Así, con esa seguridad y ese poderío tan en boga en tiempos de Trump. Es decir, a los guipuzcoanos que los parta un rayo, que yo ya tengo mis propias conexiones rápidas.
Creo que es el momento de que Gipuzkoa, como territorio, diga aquí estoy yo y hasta aquí hemos llegado. No basta con que seamos constructores de trenes de velocidad media o de alta velocidad. Necesitamos que esos trenes nos lleven rápido de un lugar a otro porque el tren se ha convertido en un transporte eficiente.
Nos han tomado el pelo durante años con lo del transporte ferroviario. Nos hemos quedado, junto con Extremadura, a la cola de este sistema. Es momento, seguramente, de poner pie en pared y decir, seriamente, a gentes como Alzórriz: 'De aquí no me muevo'.
Es la hora de que las instituciones guipuzcoanas den un ejemplo de unidad para lograr de verdad un tren de alta velocidad al estilo europeo. El tren listo pasa por Ezkio.
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