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Furor 'influencer' por la salud

María Puente Izquierdo

Periodista

Domingo, 19 de octubre 2025, 02:00

Creatina, ¿sí o no? Me lo estoy pensando. Quien utilice las redes sociales y vea la cantidad de profesionales del ámbito sanitario y deportivo que ... recomiendan tomar creatina para aumentar la fuerza muscular, la memoria, fortalecer los huesos, reducir azúcar en sangre y pérdida muscular asociada al envejecimiento, bajar el colesterol, mejorar el sueño y el ánimo, etcétera, estará pasando por el mismo dilema. Quienes así lo aconsejan no son personas indocumentadas, sino profesionales como el cardiólogo Aurelio Rojas, al que siguen 969.000 personas en Instagram, la farmacéutica Helena Rodero, con 1.300.000 followers o el gastroenterólogo Facundo Pereyra, con 1.800.000 followers, por citar alguno.

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Entonces, qué hago. ¿Me suplemento? ¿Deberían hacerlo también las personas septua-octo-nonagenarias? Quién no querría todos esos beneficios. Antes, la creatina era una cosa muy masculina y muy 'musculina', circunscrita al universo gimnasio. Sin embargo, ahora, 'docfluencers', 'farmafluencers' y 'nutrifluencers' la recomiendan para un público general, con énfasis en mujeres de más de cuarenta.

La cuestión es que en el ámbito sanitario parece haber dos mundos separados: el de las médicas y médicos que se prodigan en las redes sociales y el de quienes nos atienden en las consultas. Si decides tomar creatina, pero deseas hacerlo de una forma pautada por tu médico es muy probable que te diga que no sabe de qué va el tema o esquive la cuestión. ¿Es porque no están tan actualizados como quienes divulgan en redes? ¿O porque no hay evidencia científica que lo avale?

Las dudas no terminan ahí. Porque un día es la creatina y al siguiente es la ashwagandha para combatir el estrés, la ansiedad y el insomnio. La lista es inabarcable: coenzima Q10, omega-3, colágeno, vitaminas C, D, B12, minerales como el zinc o el magnesio, pero, ojo, no cualquiera, sino el bisglicinato de magnesio, que parece ser el favorito. Y no olvidemos los probióticos y prebióticos, muy prometedores, pero aún pendientes de estudios.

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Intuyo que el boom de los suplementos sin supervisión médica va a causar problemas que empezaremos a ver en poco tiempo. Bien sea por interacciones con otros medicamentos o por tomarlos sin una analítica previa que justifique su toma.

Lo que está fuera de cuestión es que es un negocio en alza. El consumo de los suplementos alimenticios está aumentando en Europa y en España especialmente. Según el estudio realizado por Euromonitor Internacional, recogido por la Asociación Española de Complementos Alimenticios (AFEPADI) en su informe de 2023, la industria nacional facturó 2.000 millones de euros, con un incremento anual del 5%. En el informe, el 71% de españoles aseguraba haber tomado algún complemento alimenticio en el último año, superando a la media europea.

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Detrás de todo ello está el interés creciente por cuidar de nuestra salud, prevenir enfermedades y llegar a la vejez en buena forma física y con autonomía. Y también hay una buena dosis de miedo. Hoy, que es el Día Mundial contra el Cáncer de Mama, me viene a la mente la preocupación con la que acudimos a las revisiones rutinarias anuales y esperamos los resultados.

Por eso escuchamos con tanta avidez a quienes divulgan sobre salud y bienestar. Por eso, tantas mujeres de más de cuarenta estamos llenando los gimnasios y haciendo entrenamiento de fuerza combinado con cardio, tal y como nos recomiendan ahora por tierra, mar y aire. Por eso hay quien hace una religión de la proteína, el té verde, los arándanos, el aguacate, la avena, el jengibre, semillas de chía, lino o el kéfir.

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Hay una realidad innegable: es imposible que tanto los alimentos sacralizados que se ponen de moda como los suplementos tengan todos los superpoderes que se les atribuyen porque, de ser ciertos, seríamos inmortales.

Mientras mordisqueo un trozo de tofu, versión moderna del muffin-Proust, me transporto a mi infancia colegiala de roedora de gomas Milán (mucho más umami aquellas) y fantaseo con que algún día descubran que el secreto para alargar los telómeros de la longevidad reside en las carolinas, bollos de mantequilla, bombones, patatas fritas y embutido ibérico.

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Junto a esa fantasía imposible, quiero confiar en que en un futuro próximo se haga realidad ese nuevo rol del paciente propio de una sanidad moderna. Mayor participación, empoderamiento y corresponsabilidad en nuestros tratamientos. Y, sobre todo, desearía una mayor preponderancia de una medicina preventiva que fomente nuestra salud y que no esté únicamente enfocada a cribar dolencias y apagar fuegos cuando la enfermedad ya es un hecho. Y carolinas ;)

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