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En Alemania e Italia al finalizar la II Guerra Mundial y en Portugal tras la Revolución de los Claveles, se emprendieron procesos de culturización democrática ... que hicieron efectiva la ruptura con las ideologías impuestas durante sus dictaduras: dábase por supuesto que el protagonismo de la nueva era histórica debería recaer sobre una ciudadanía formada en virtudes de justicia social, respeto a la pluralidad y libertad de pensamiento y opinión.
Como sabemos, tal cosa no sucedió en España al término de la dictadura. La joven democracia renunció a crear demócratas, y ello por distintas razones. Una, por el simple rechazo a toda forma de adoctrinamiento en reacción a cuarenta años de escuela franquista. Otra, por la resistencia de los 'conversos', sabedores de que una pedagogía democrática conduciría a la revisión del pasado, y con ella, tal vez, al pedido de rendición de cuentas. Y, por último, pero complementario a lo anterior, porque las fuerzas con pedigrí democrático y antifranquista, no habiendo sido capaces de provocar la ruptura con el régimen anterior, carecían de músculo para imponer un programa progresista en las escuelas.
Se optó así por dejar que la propia democracia, en su maduración, fuese inoculando los valores que le son propios entre las generaciones ya inmersas en ese contexto político. Es decir, que si un 'inevitable hecho biológico' nos había sacado de la dictadura, otro nos metería en democracia sin forzar mucho las frágiles costuras de la Transición. Puro voluntarismo.
Transcurrido casi medio siglo, el balance no es como para echar cohetes. Los nacidos en democracia no se identifican con ella de forma unánime, y hasta son más escépticos que sus mayores. Cerca del 40% de los varones de entre 18 y 42 años aprueba la idea de que «en algunas circunstancias, el autoritarismo puede ser preferible a la democracia».
Lo anterior prueba que el relevo de las generaciones no siempre implica una modificación automática de las actitudes sociales ni un cambio positivo de valores. Al contrario, pueden producirse regresiones con el resultado de que jóvenes sin referencias vitales ni culturales sobre lo que fue y lo que supuso la más larga y criminal dictadura de la historia española se adhieran, alegres y combativos, a las fuerzas nostálgicas y reaccionarias. Lo estamos viendo.
El desafío planteado por Abraham Lincoln, decimosexto presidente de Estados Unidos, sigue vigente: si pensáis que la educación no es la mejor inversión, probad con la ignorancia... y luego me contáis.
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