Somos seres contradictorios

En nuestro día a día adoptamos posturas contradictorias. Nos contradecimos cuando negamos unas monedas al mendigo de la esquina y luego damos propina en el bar de enfrente. Ocurre lo mismo cuando esperamos sin rechistar en la cola de una panadería de prestigio y más tarde nos quejamos cuando la consulta del médico se demora. Incluso resulta extraño que gente que acude a un gimnasio para ejercitarse dé varias vueltas con el coche para aparcar cerca de la puerta en un aparcamiento sobrado de plazas. Somos contradictorios cuando nos proclamamos feministas y luego reímos los chistes machistas de alguien sin llamarle la atención por su mal gusto. Pero la gran contradicción es que, aún aborreciendo la política de Trump, seguimos alimentando a sus secuaces: Musk, Bezos, Zuckerberg y algunos otros sin percatarnos de los jirones de nuestra honestidad que hemos dejado detrás.