La sensibilidad auténtica es una virtud rara. Conecta con la vida, reconoce la belleza y el dolor y mueve a la acción. Es profundidad y ... lucidez, no debilidad. La sensibilidad barata, en cambio, es solo un simulacro, exageración sentimental, lágrima fácil. La primera construye y transforma, la segunda distrae y se desvanece. Una es agua clara que nutre, la otra espuma que desaparece. En tiempos de ruido y exceso conviene recordar que la verdadera sensibilidad no hace espectáculo. Deja huella.
Suscríbete los 2 primeros meses gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión