Vivir bien es caro
Europa está en guerra y la ha ganado. Ha entregado armas, tecnología y dinero en cantidades que solo pueden entenderse como una declaración de guerra, ... pero Rusia no ha movido un dedo contra Bruselas. Porque no puede.
Rusia y Ucrania libran una batalla del Somme con drones. Dos países que aún son capaces de enviar carne fresca al frente para que sea hecha picadillo. Si hay otra guerra mundial, no será esta ni será así. La bronca con Zelenski es, como todo en Trump, dinero. Al presidente americano no le gusta la guerra, porque es mala para los negocios. Pero sí le gusta la amenaza de una guerra, porque llama al dinero. Ya ha hecho aflorar 800.000 millones de euros de la UE. Alguien facturará.
Los negocios necesitan estabilidad. La lógica imperial es clara: el mundo se lo reparten unas pocas potencias con sus áreas de influencia; ninguna potencia se mete en el espacio de otra. En su órbita, cada una impone sus reglas, con contraprestaciones políticas y económicas a cambio de seguridad. El sistema se establece sobre la correlación entre protección y obediencia. Trump no se aleja de Europa, al contrario, busca mayor control sobre la base del 'protego et obligo', de Hobbes.
Toda guerra es un fracaso y una tragedia, pero importa el día después porque Ucrania y Rusia seguirán estando donde están. La UE es la primera potencia mundial del derecho, menos épico que la guerra pero mucho más relevante para el progreso y el bienestar de las personas. Ese, y no convertir su victoria en derrota, es el objetivo europeo. Costará mucho dinero, pero quizá Europa había olvidado un detalle: vivir bien es caro. Los impuestos ganan guerras y, más importante, ganan la paz.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.