Contralos ultras, aquí y allí
El apoyo al pueblo palestino en medio del genocidio fue y es aún una obligación moral. Debe afrontarse ahora otra obligación, esta práctica, muy concreta, ... que es proteger a las clases populares y, sobre todo y de forma urgentísima, a las mujeres de Gaza del régimen ultraconservador, violento, sectario y machista de Hamás, que afrontaba una resistencia popular nunca vista antes del atentado del 8 de octubre de 2023, con manifestaciones masivas en las calles de la Ciudad de Gaza, Rafah y Jan Yunis. El régimen se vio seriamente amenazado por primera vez desde que accedió al poder por la vía democrática en 2006 –no ha vuelto a haber elecciones desde entonces– desbancando a Fatah, que gobernaba (y gobierna) en Ramala.
Incluso durante los bombardeos de Israel ha habido manifestaciones en Gaza contra Hamás por parte de organizaciones laicas, reprimidas de forma sistemática. Tras el acuerdo de alto el fuego, los milicianos volvieron a las calles y, de facto, son la única autoridad.
Gaza siempre ha sido mucho más conservadora que Cisjordania y la Franja ya era un páramo para los derechos de las mujeres antes de este último, interminable y criminal asedio israelí. El fracaso histórico de la causa panarabista con su base laica desembocó en el injerto de los modelos islamistas más radicales de las tiranías del Golfo en una región mediterránea que se había mantenido ajena a ellas.
La justa causa contra el genocidio israelí continúa y al asumirla los países occidentales también asumen la responsabilidad de exigir los derechos civiles como elemento indispensable para la reconstrucción de Gaza. El muro contra los ultras, aquí y en todas partes.
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