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Donde nace el viento

Decadencia

Educar bien, enseñar bien, significa educar y enseñar según los valores solidarios. Me da, sin embargo, que la tendencia actual es otra...

Vamos cayendo y cayendo, sin saber adónde iremos a parar. Es cierto que se puede caer más abajo de lo que se cae, porque nunca ... están los límites de la caída definidos del todo. Es un acto que tiene inicio, pero difícil adivinar cuál es el fin. La decadencia es una caída larga y lenta, casi inadvertida, como copos de nieve. La decadencia del imperio romano duró siglos; hay quien afirma que no ha tocado fondo, que queda un trecho todavía por recorrer antes de la consumación en otra entidad, otro imperio o reino, otra república, otra ruindad. Los especialistas dudan y no se ponen de acuerdo en los signos y factores que predicen y vaticinan el inicio de la decadencia. La presencia de los bárbaros es uno de ellos, pero se ignora quiénes son los nuevos bárbaros que acechan esta civilización tan poco civilizada, en algunos aspectos y formas de actuación.

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Algunos dirán que son los emigrantes, con sus costumbres distintas y sus creencias incompatibles, quienes acabarán rompiendo el círculo en el que está instalado el bienestar occidental, tan bueno y cómodo, tan orgulloso y tan altivo, tan ciego y conformista, sin advertir las grietas que se van ensanchando y amenazan con derribar el edificio entero, dejando sólo polvo y ceniza, tierra baldía, donde no crezca ni la poesía, la planta más humilde y fructífera.

Las causas de la decadencia son internas y propias del tipo de sociedad que hemos creado a lo largo de siglos y siglos de mirarnos con benevolencia y de tratar con ira y odio a los que no compartían ese anhelo salvador con nosotros; al contrario, ellos no querían ser salvados, tampoco civilizados.

Los bárbaros están dentro de nuestras fronteras, somos nosotros y nuestros congéneres los que hemos olvidado los principios por las que debería regirse toda comunidad que se aprecie: el respeto al prójimo, el amor a la colectividad antes que a uno mismo, el destierro del egoísmo y de la avaricia, el impulso de la amistad, el cuidado de los semejantes y de la naturaleza, el menosprecio del amor propio, el abono de la confianza, la condena del miedo, el elogio de la esperanza.

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Son cuestiones que atañen a la educación tanto como a la cultura que se proyecta e imparte actualmente en casi todos los lugares. Educar bien, enseñar bien, significa educar y enseñar según los valores solidarios. Me da, sin embargo, que la tendencia actual es otra. Y esta caída va a ser más dura que las anteriores, si cabe, porque no ha hecho más que empezar.

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