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Hay veces en las que entre las sombras y las inquietudes del nuevo año 2025 emerge una luz, una ventana de esperanza que ilumina la ... vida y la lucha contra la adversidad. El testimonio de Jon Eskisabel, un joven de Gabiria que sufría un tumor cancerígeno nasofaríngeo, y que ha sido tratado con éxito con la técnica de la protonterapia, inyecta una dosis de optimismo en tiempos en los que es más fácil ver la botella medio vacía bajo el prisma del pesimismo. Sobre todo porque esta técnica, basada en la emisión de los llamados 'protones' en vez de los fotones clásicos de la radiología convencional, posibilita un tratamiento más preciso y más eficaz para prevenir y combatir la enfermedad, el cáncer. Jon puede así recuperar la normalidad quebrada en su momento y recobrar, por ejemplo, su afición a la bicicleta al detectarse por fin cuál era el origen exacto de su dolencia y la estrategia médica que se necesita para su plena recuperación. La buena noticia es, además, que este sistema puede estar disponible en Osakidetza, en Donostia, este próximo 2026 gracias a la máquina donada por la Fundación Amancio Ortega.
La llegada de la protonterapia al País Vasco, sobre todo su inserción en el sistema público, pone en valor la necesidad de seguir apostando en investigación y en innovación. La ciencia debe descubrir y perfeccionar nuevas terapias frente a la enfermedad y la Sanidad pública posibilitar tratamientos adecuados frente a todo tipo de oncologías, evitando una discriminación por razones económicas. Es un campo casi ilimitado que requiere cuantiosos recursos económicos y constantes avances tecnológicos. El futuro de una sociedad en la que, por ejemplo, la Inteligencia Artificial ha venido para quedarse, no puede obviar que la defensa vigorosa de la salud pública implica ser muy perseverantes en apostar por el talento de los científicos, por el desarrollo de nuevos fármacos y por una atención médica en la que los especialistas puedan desarrollar un servicio profesional individualizado y de calidad hacia los pacientes. Es un objetivo de auténtica 'excelencia', que debería orientar el rumbo estratégico para evitar duplicidades incomprensibles entre la medicina pública y la privada o distorsiones que puedan registrarse por la presencia de unos seguros médicos privados cada vez más activos.
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