Transición inteligente
Imaz ofrece en DV una lúcida reflexión sobre la evolución del actual modelo industrial hacia un horizonte sostenible y viable
El consejero-delegado de Repsol, Josu Jon Imaz, intentó ayer aportar luz en la XVIII edición del Foro Empresarial de Gipuzkoa en un contexto en ... el que la transición energética abre incógnitas sobre sus tiempos y las incertidumbres de un modelo económico en plena transformación. En su exposición –que arrancó con una oportuna defensa del papel del empresariado vasco demonizado durante los años de la presión terrorista de ETA– reivindicó una 'transición energética' inteligente que no se puede limitar a ser más flexibles en los plazos fijados para la descarbonización hacia un escenario que frene el cambio climático. Desde la aceptación del horizonte que plantea el objetivo de un modelo ecológico y sostenible, se trata de entender que se nos abre un camino en el que no caben los atajos apriorísticos. La discusión aconseja que los argumentos técnicos primen frente a los ideológicos, que la experiencia prevalezca ante el amauteurismo y que la búsqueda del talento y la opinión científica se hagan valer ante las consignas y la burocracia.
Imaz, partidario de continuar la apuesta por las energías renovables con tecnología e investigación pero admitiendo sus limitaciones, reivindica el papel que sigue desempeñando el motor de combustión en esta sociedad en transformación en la que la mutación de la industria tradicional obliga a surfear no pocas contradicciones a todos y exige un proceso ordenado que evite una crisis irreversible que destruya economía y empleo. La apuesta por el vehículo eléctrico, por audaz que resulte desde la teoría, debe aterrizar en el pragmatismo y encajar con un cambio cultural que es inviable de la noche a la mañana. Con un estilo directo, intenta ofrecer algunas certidumbres, pero lo hizo sin posiciones dogmáticas y con una cercanía que se agradece. Es una voz que se escucha, por ejemplo, en una Unión Europea que empieza a entender la necesidad de acoplar determinadas decisiones estratégicas al baño humilde de la realidad del día a día, desde la defensa de un modelo económico competitivo en el que el alma humanista y la política de equilibrio social tienen un protagonismo crucial y en la que no se puede dejar caer a la industria como motor de progreso y bienestar. Frente a la incertidumbre y los prejuicios, Imaz planteó la batalla en el terreno de los argumentos racionales y la innovación intelectual. Se podrá compartir o no su visión, pero no puede negarse la honestidad personal de su ejercicio y la valiosa contribución que hace a un debate complejo y sin ataduras.
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