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Editorial

La tormenta de Navarra

Los escándalos de corrupción abren una crisis de credibilidad en el Gobierno de María Chivite que debe aclarar cuanto antes

Viernes, 20 de junio 2025, 02:00

La Comunidad Foral de Navarra vuelve a estar en el epicentro de una formidable tormenta política que coloca a la presidenta, la socialista María Chivite, ... en una posición muy delicada. El terremoto creado por las revelaciones del informe de la UCO de la Guardia Civil sobre el caso Ábalos-Koldo, sitúa las adjudicaciones de las obras públicas en este territorio en el punto de mira. Los indicios recogidos sobre mordidas en determinadas adjudicaciones resultan de una gravedad extraordinaria que exige las máximas explicaciones desde el Ejecutivo foral y su plena disponibilidad con la Justicia para aclarar los hechos de forma inmediata. Chivite –cuya dimisión es exigida por UPN, PP y Vox– defendió ayer la honorabilidad de su Ejecutivo «hasta las últimas consecuencias». Los indicios recogidos en la investigación policial siembran dudas y sospechas. La dimisión de Ramón Alzórriz, número dos del PSN, por no haber comunicado a la presidenta que su novia trabajó un tiempo de secretaria en una de las empresas de la trama, vuelve a poner el foco en la necesidad absoluta de transparencia. Da la impresión de que la trama de corrupción tuvo su origen precisamente en Navarra en 2016 y luego se extendió a otros territorios cuando Santos Cerdán llegó a Madrid y, supuestamente, ya era accionista mayoritario de una de las citadas empresas. Chivite ha anunciado una auditoría como secretaria general del PSN en el tiempo en el que Cerdán fue secretario de Organización en la ejecutiva navarra. Se juega toda su credibilidad precisamente en este momento. Si se confirmaran las denuncias, cabría preguntarse por qué razón el Partido Socialista de Navarra sigue sin extraer algunas lecciones de la historia más reciente. Los casos de los presidentes Gabriel Urralburu y Javier Otano, que acabaron fuera del poder manchados por la corrupción en los años 90, dejaron un estigma doloroso en el PSN que se vio obligado a realizar una larga travesía en el desierto de la oposición. Los socialistas navarros encontraron una fórmula para asegurarse la gobernabilidad mediante una alianza con Geroa Bay y Podemos que exigía la abstención de EH Bildu para que Chivite fuera presidenta. La opción conllevaba riesgos, entre otros la demonización de UPN y el olvido de la historia con EH Bildu. Navarra afronta serios retos –entre otros, una reindustralización que haga frente a los problemas de deslocalización de algunas empresas– y no se merece este lamentable espectáculo que degrada la política y las instituciones.

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