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Pedro Sánchez volvió a reconocer ayer que la legislatura se encuentra en manos de las pulsiones de Junts y sus necesidades estratégicas. La víspera había ... arengado a los militantes reunidos en el congreso del PSOE canario, prometiéndoles que buscaría los votos necesarios para aprobar el decreto social «hasta debajo de las piedras». Una frase que demostraba hasta qué punto está dispuesto a sublimar que el Gobierno seguiría rondando sólo a Carles Puigdemont y los suyos, después de días en los que ni el presidente ni los demás portavoces socialistas se atrevieron siquiera a mentar el voto contrario emitido por los posconvergentes en la fallida sesión de hace una semana. La obstinación de Sánchez y su Ejecutivo por convertir sus iniciativas parlamentarias en instrumentos que operen tácticamente frente a la oposición le había llevado a enrocarse en el ómnibus. Junto al gesto de fortaleza que se quiso imprimir al empaquetado de medidas, con el mensaje de que solo contaban quienes estuviesen dispuestos a secundarlas en bloque, las declaraciones posteriores y las informaciones circulantes sobre la intención de La Moncloa de incrementar incluso el contenido del decreto inicial traslucían el empeño de explotar una baza que se entendía que estaba desgastando más a la oposición ante la opinión pública.
La rectificación parcial exhibida ayer devuelve algo de sensatez a la acción de gobierno y sobre todo aplaca la inquietud que su propia obcecación había generado entre los beneficiarios de las medidas sociales. Aunque sin renunciar a un uso tacticista que ha marcado la estrategia del Ejecutivo pero también de la oposición. Que el presidente del Gobierno compareciese en persona para vindicar su victoria parlamentaria en la prórroga da muestras del tesón con el que se está empleando para preservar su relato –«al final, las cosas salen»– pero sobre todo para impedir que el Partido Popular pueda lograr la mínima ventaja. Junts vuelve a sintonizar con Sánchez a cambio de que este acceda a debatir en sede parlamentaria sobre si se someterá a una cuestión de confianza que horas antes parecía inconcebible para las filas socialistas. A cambio, Junts levanta el veto a la 'negociación sectorial' y acepta medidas sociales para evitar los desahucios y los cortes de suministros, con un seguro de impago para los propietarios. La solución in extremis ofrecida ayer demuestra una legislatura muy compleja en la que la negociación entre el Gobierno y sus aliados va a ser un ejercicio diario.
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