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La Zona de Bajas Emisiones se puso ayer en marcha en San Sebastián tras una prolongada preparación que, sin embargo, aún suscita cierto despiste y ... desorientación entre la ciudadanía, que no tiene del todo claro qué es lo que se pretende desde el Ayuntamiento con un cambio de tanto calado. A partir de ahora, una parte de los vehículos tendrán limitaciones paulatinas para acceder al centro de San Sebastián en función de su matriculación y de su antigüedad, salvo las excepciones debidamente acreditadas. Se trata de una iniciativa común de numerosas ciudades de más de 30.000 habitantes en su batalla contra el cambio climático para reducir las emisiones de gases contaminantes. Los motores de combustión de gasoil son la mayor fuente de contaminación y los planes de limitación a partir de 2028 implican un calendario de progresiva restricción que va a generar una obligada aclimatación. Lo que generará sus resistencias. El debate es prácticamente obligado y no es sano negar las aristas que puede conllevar. Pero el establecimiento de este sistema constituye un avance hacia ciudades más saludables. No cabe duda de que se trata de un objetivo loable y necesario a la hora de vivir en entornos mejores que va a a requerir conjugar tres elementos. El primero, claridad en el objetivo finalista, que no es otro más que luchar contra la degradación ambiental en los centros de las ciudades. En segundo lugar, las autoridades deben tener suficiente flexibilidad para establecer los cambios sin que suponga una ruptura traumática. La panoplia de excepciones es amplia y va a emitir que la norma sea interpretable de forma inteligente, ganando complicidades de la población más reticente –que son los conductores– sobre todo entre aquellos que vean detrás un excesivo interés intervencionista de la Administración frente a la libertad individual de los usuarios. Todo ello nos conduce a la necesidad de aplicar la máxima pedagogía. Frente a la simplificación que supone limitar esta apuesta a la simple sustitución de coches según su etiqueta, el modelo más sostenible de futuro consiste en reducir el número de vehículos al necesario para que la ciudad siga activa, consiguiendo reducir el número de emisiones, y transformando a la vez espacio público, con una fuerte inversión en transporte público. Ciudades saludables y, a la vez, vivas, con políticas equilibradas en las que la prioridad de la estrategia medioambiental sea compatible con la actividad económica y comercial.
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