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La incorporación de inmigrantes al mercado de trabajo es una señal de normalidad en sociedades mestizas o que van camino de ampliar su pluralidad como ... la vasca. No sólo porque facilita la integración y la convivencia. También por el peso que cobran los ciudadanos de origen extranjero en la economía en general y el consumo en particular. En los últimos veinte años, se han sumado 116.500 personas de otros países a la fuerza laboral de Euskadi, la mayoría procedentes de Sudamérica, África y en menor medida el resto de Europa. Aunque es una cifra más que apreciable, está lejos de cubrir los huecos abiertos por el retroceso de vecinos oriundos del País Vasco en edad de trabajar –192.200 menos en el mismo período–. Los nuevos vascos asumen sobre todo empleos de hostelería, limpieza, comercio y construcción. La inmigración, un fenómeno imparable en Europa, permite el crecimiento de nuestra población, tanto por sus tasas de natalidad como por la creciente llegada de nuevos vascos. Sería interesante que se aprovechase también su talento, clave en sociedad avanzadas, en puestos de otra cualificación. Eso reforzaría el próspero tirón de Euskadi como destino para trabajar y vivir.
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