Musk, de gran amigo a amenaza
El distanciamiento entre Donald Trump y Elon Musk está adquiriendo un tono tan exagerado como el que caracterizó sus meses de idilio y fines de ... semana en Mar-a-Lago. La despedida en el Despacho Oval del que fue 'empleado especial' el máximo tiempo permitido por la ley ya resultó fría. Solo unos días después, la arremetida del magnate tecnológico contra el proyecto de recortes presupuestarios llega en un momento políticamente muy sensible para el presidente, al que ha tenido que doler que su iniciativa estrella sea descalificada como «abominación repugnante». Que la Casa Blanca quiera ver aprobada antes del 4 de julio una ley que disparará el déficit y la ya astronómica deuda de EE UU ofrece a Musk la oportunidad de enredar. Más cuando las voces discrepantes entre los republicanos superan el margen de tres votos del que disponen en el Senado. La «decepción» del dueño de Tesla con la política llega después de haber manejado a su antojo agencias y servicios gubernamentales sin obtener el ahorro de gasto público anunciado. Pero la fortuna del hombre más rico del mundo seguirá alentando su ambición de obtener ventajas para sus compañías en los turbios pasillos del poder.
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