Menores desprotegidos
El aumento de los casos de niños que viven en familias en situación de desamparo en Gipuzkoa lanza un serio aviso a navegantes
Los casos de menores desprotegidos han crecido en Gipuzkoa en los últimos tiempos hasta extremos que resultan preocupantes. Han aumentado hasta un 14% respecto al ... año anterior. Escondidos con frialdad en las cifras anónimas de lo cotidiano, la realidad muestra una cara amarga y proyecta un aviso a navegantes al conjunto de la sociedad de nuestro territorio. De los 850 casos planteados, más de la mitad corresponden a menores que viven con sus padres o con algún familiar que disimulan en la falsa 'normalidad' auténticas tragedias de familias desestructuradas que 'conviven' en una absoluta ruptura de los afectos, en escenarios excepcionales de vidas rotas. Las situaciones de maltrato han aumentado un 30% en relación con los últimos cuatro años, lo que revela un 'agujero' de vulnerabilidad que es impropio de una sociedad que presume vivir con un estándar de progreso económico, protección social y calidad de vida. Los poderes públicos –en esta ocasión el asunto interpela a la Diputación Foral de Gipuzkoa, que tiene la competencia sobre la política social en esta materia– deben facilitar el diseño de estrategias de largo alcance de integración e inclusión social que eviten estas situaciones límite, que en muchas ocasiones llevan incorporados episodios de acoso, violencia sexual, malnutrición o presión psicológica.
Son, también, un elocuente botón de muestra de una brecha de desigualdad que se ceba en los más desprotegidos que conviene corregir de raíz. Y que, sobre todo, se centra en una franja de edad muy sensible a la influencia de las redes sociales y en la que puedan prender los síntomas de determinados comportamientos humanos en la madurez. El odio, el rencor, la agresividad y el resentimiento de muchos adultos se incuban en esas edades tempranas. La protección de la infancia supone todo un ejercicio de responsabilidad de una sociedad madura, que debe velar por el bienestar físico y emocional de estos niños, propiciando entornos seguros y afectivos, y evitando que los hogares se conviertan en un 'infierno' oculto. Son menores que no tienen que pasar por estas experiencias traumáticas que van a marcar sus vidas. Toca ayudarles para minimizar las secuelas, en ocasiones irreparables, para que logren superar la adversidad y para demostrarles a todas y cada una de estas personas que su vida sí nos importa.
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