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La agenda vasca ha cambiado drásticamente su guion desde la desaparición del terrorismo en 2011. El debate identitario se ha apaciguado considerablemente y, aunque persisten ... los lógicos conflictos políticos de una sociedad democrática compleja, la violencia ha sido sustituida por la palabra y por los votos. Y por la necesidad de recordar ese pasado traumático para no repetirlo nunca más. Euskadi se ha homologado a otras sociedades pluralistas en las que el respeto a las reglas de juego marca el rumbo de orientación. Es el triunfo de la 'normalidad' que convive con un país que, en función del tipo de las elecciones, opta por diferentes mayorías políticas como reflejo de sus históricos equilibrios. Afloran una sensibilidad especial con la vivienda, con la sanidad y con el alto coste de la vida. Inquieta la pérdida de nervio democrático y que el debate se infantilice. A la vez, se ponen en valor exigentes demandas sociales y una lucha por no quedarse atrás en un terreno económico cada vez más competitivo. La burbuja vasca se ha roto y ahora dependemos, como los demás, de las grandes corrientes de fondo y del principio de realidad.
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