Donald Trump ha decidido aflojar el pulso comercial que mantiene con medio mundo y hacerlo público. Comprobado el efecto destructivo de su particular ofensiva arancelaria ... en la economía de su propio país, el presidente de Estados Unidos escenificó el primer gesto de distensión a través del acuerdo al que ha llegado con los laboristas de Keir Starmer en el Reino Unido, aún convulsionados por el arreón electoral del populismo de derechas en las recientes elecciones locales en Inglaterra. Al margen del influyente contexto político, el pacto tiene una notable repercusión para intentar calmar las incertidumbres que agitan los mercados internacionales. Con esa entente, Trump corrige de alguna manera el rumbo de su carrusel de gravámenes a países a los que consideraba hostiles, mientras que Gran Bretaña le tiende la mano.
La Comisión Europea no se fía y ultima un contraataque si el magnate insiste en su ofensiva arancelaria a la UE. España también se previene. Sánchez ha sacado adelante un escudo con ayudas a los eventuales sectores afectados que ha contado con el aval de la imprescindible Junts y Podemos. Hacer la guerra cada uno por su cuenta no solo multiplica los frentes. También las desconfianzas.
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