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Euskadi ha reaccionado a la guerra comercial con un plan de protección a sus empresas, el flanco más débil de su tejido productivo. El escudo ... anunciado ayer por el Gobierno Vasco está dotado con 2.150 millones que servirán en su mayoría para reforzar la competitividad de las pymes. Como declaró el lehendakari, «estar preparados como país» para afrontar un escenario de incertidumbre permite extremar las prevenciones, viendo la virulencia de las hostilidades y su impacto en actividades esenciales. Pero caer en el riesgo de embarcarse en solitario en esta batalla sería un profundo error de estrategia. Sin el amparo del Gobierno central y, sobre todo, de Europa, la eficacia de cualquier medida de apoyo local a los sectores afectados por la ofensiva arancelaria quedaría muy limitada. Por eso sería oportuno ir acompañado en la búsqueda de las «alianzas estratégicas» que plantea Imanol Pradales en América Latina, Asia y África.
Por muy voluntariosa que sea la iniciativa vasca, debe completarse con otros parapetos comerciales como los fondos ICO, de los que el País Vasco recibirá un 10% del paquete total de avales valorado en 5.000 millones. Donald Trump ha declarado al mundo un desafío global que precisa de una reacción conjunta, amplia y fuerte de los estados concernidos. Empezando por los Veintisiete. En su primera respuesta, la UE, salvo la Hungría de Orbán, acordó encarecer hasta un 25% los aranceles para 1.700 productos estadounidenses en represalia por los gravámenes al acero y el aluminio. La guerra sigue su escalada. China y EE UU intercambian duras recargas de castigo.
En el fragor de la batalla, Estados Unidos lanzó ayer la primera amenaza directa a Europa, con la diana puesta en España por el viaje oficial de Pedro Sánchez a China en busca de nuevos mercados en pleno tornado. Un acercamiento con el gigante asiático que «sería como cortarse el cuello». La advertencia del secretario de Estado de Comercio constata que el 'trumpismo' entra en la retórica más barriobajera, consumada por la soez expresión «me están besando el culo» con la que el inquilino de la Casa Blanca se refiere con desprecio a los países que quieren negociar sus disparatados aranceles. A ellos, les ofrece una tregua comercial. En este turbio panorama, solo faltaba que el pacto entre Sánchez y Puigdemont, que beneficia a Cataluña por su mayor peso en las exportaciones, sea utilizado por Junts como el botín de un asalto y desencadene los temidos agravios territoriales.
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