Contra las cuerdas
Los escándalos por presuntas 'mordidas' y amaños en las primarias que han forzado la dimisión de Cerdán suponen una grave quiebra de confianza en el Gobierno y el PSOE que descompone el liderazgo de Sánchez
Pedro Sánchez se asoma al momento más crítico de la legislatura tras la dimisión de todos sus cargos de Santos Cerdán, su mano derecha y ... hasta ayer secretario de Organización del PSOE y diputado en el Congreso. Es lógico que se declarase ayer profundamente «decepcionado» con Cerdán, al borde de la imputación por presunta organización criminal y cohecho. Hasta el punto de subrayar que «nunca debimos confiar en él» porque los «graves indicios» descubiertos por los investigadores de la UCO revelan demoledoras conclusiones para el partido y la gestión del Gobierno: la Guardia Civil sospecha que Cerdán cometió burdos amaños en las primarias de 2014, que dieron la victoria a Sánchez frente a Eduardo Madina, y que movió 620.000 euros en pagos de 'mordidas' entre José Luis Ábalos y Koldo García, los otros dos imputados de la trama, obtenidas de empresas por la concesión de obras públicas.
El alcance del escándalo llevó al presidente del Gobierno a pedir «perdón» a la militancia y la ciudadanía al asumir que el hasta ahora 'número 3' de los socialistas, y su hombre de confianza en los últimos once años, metió supuestamente la mano en las urnas de Ferraz y en la 'caja' de la gestión pública. Y eso supone una quiebra de confianza que amenaza con descomponer el liderazgo de Sánchez en su doble condición de jefe del Ejecutivo y secretario general del PSOE.
En un gesto inédito en el último mes y medio, Pedro Sánchez compareció ayer para dar explicaciones. Lo hizo en Ferraz con gesto serio, en un intento por minimizar daños tras el estallido del caso. Trató de dejar a un lado al Gobierno, aunque las 'mordidas' que investiga la UCO podrían afectar a ministerios concretos en la adjudicación de obras. E insistió en descartar cualquier adelanto electoral como le exige el PP, a pesar de que el escándalo que salpica a quien era su mano derecha afecta de lleno a la pretendida regeneración democrática. Un compromiso con el que desplazó al Gobierno de Rajoy en la moción de censura contra la corrupción presentada con éxito en 2018.
La legislatura ya ofrecía elocuentes síntomas de agotamiento por la gravedad de los frentes judiciales abiertos y las revelaciones de la UCO sobre el entorno más próximo de Pedro Sánchez y de su Gobierno. Pero el estallido del caso Cerdán le ha situado contra las cuerdas. El Partido Socialista ha estado en los últimos años en manos de Ábalos y Cerdán, sus dos secretarios de Organización. Por lo tanto, se antoja urgente depurar todas las responsabilidades de la trama dentro del partido. El líder del PSOE anunció ayer una próxima reestructuración para buscar relevo al secretario dimitido y una auditoria externa sobre las cuentas. Los controles deberían examinar en profundidad la financiación interna para descartar cualquier riesgo de ilegalidad tras el paso de dos implicados en una supuesta trama corrupta por la sala de máquinas y la tesorería socialistas.
También se impone una reflexión sobre la complicada situación a la que ha llegado la legislatura, que va dando tumbos hacia su ecuador entre muestras de una creciente inestabilidad que hipotecan tanto la gestión como la iniciativa política. Es muy difícil, por no decir imposible, llevar adelante una agenda enfocada en el interés general donde solo hay incendios, cortafuegos fallidos y exigencias de sus socios de investidura. Alberto Núñez Feijóo volvió a exigir ayer poner fin a la «degradación» con un adelanto de las generales, pero sin poder presentar por falta de apoyos una moción de censura contra «el caso Sánchez».
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