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El Tribunal de Comercio Internacional de Estados Unidos, que vela por el ejercicio constitucional de las relaciones mercantiles con otros países, resolvió la noche del ... miércoles que los 'aranceles recíprocos' de Donald Trump incurren en un exceso competencial del presidente y deben ser retirados. Aunque el fallo no afecta a las tarifas del 25% sobre el acero, el aluminio, los automóviles y sus componentes, tiene un efecto demoledor en el relato impuesto por Trump. La insistencia en que EE UU se encuentra en tal estado de emergencia que faculta a la Casa Blanca a operar en la excepcionalidad conllevaba que jueces y tribunales no electos quedarían invalidados para pronunciarse sobre reglas de intercambio que tratarían de restituir su dignidad y su dinero a los estadounidenses. La resolución de una corte de apelaciones que, solo unas horas después, reinstauró las medidas solo contribuye al caos provocado por el autoritarismo de la Casa Blanca.
Según los tres magistrados de la Corte que había desbaratado la omnipotencia de Trump, resulta un contrasentido que Washington considere el déficit comercial como causa de emergencia nacional, cuando se trata de una situación duradera que ha de acometerse desde la normalidad. Para el Tribunal de Comercio Internacional, Trump invade prerrogativas que corresponden al Congreso. Y recurre al subterfugio de concebir sus aranceles como réplica proporcionada a los que los demás países aplican a los productos y servicios estadounidenses para afrontar problemas como el narcotráfico o la inmigración irregular. Cuestiones imposibles de solventar por esa vía. Hasta el punto de que los jueces invalidaron y declararon contrarias a la ley las órdenes ejecutivas que con tales finalidades firmó el mandatario.
Trump podría afrontar el litigio apelando a la mayoría con la que el Partido Republicano cuenta en las dos cámaras, aunque puede ser inevitable un pronunciamiento final de la Corte Suprema. Pero la sentencia del Tribunal de Comercio ha roto decisivamente el ritmo resolutivo que Trump quiere y necesita imponer en su segundo mandato. Y ello después de que ha tenido que corregir una y otra vez su impulsiva forma de dar órdenes al mundo y a los socios más fiables. Y cuando por fin se ha consumado su particular ruptura con Elon Musk. Mientras, el acrónimo TACO (siglas en inglés de 'Trump siempre se acobarda') triunfa para visible enojo del inquilino de la Casa Blanca.
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