Dudas en el socialismo vasco
Es insuficiente situar la causa mayor del ahogo del PSE como alternativa política y electoral al nacionalismo en la estrategia de colaboración gubernamental con el PNV
Los partidos en democracia, cuando menos en su configuración constitucional, son entes jurídicos a través de los que se expresa el pluralismo de la sociedad ... y contribuyen a la formación y manifestación de la voluntad popular. En teoría se definen como un conjunto humano unido en torno a unos principios y un proyecto político que pretenden aplicarlo en la sociedad en el convencimiento de que es lo mejor para el bienestar de los ciudadanos. Es decir, la naturaleza constitutiva de los partidos, a diferencia de los grupos de interés, es esencialmente instrumental al servicio de un fin e interés superior que está residenciado en la ciudadanía y en la sociedad en su conjunto y en el interés colectivo. No obstante lo anterior, es preciso añadir que como grupo también tiene sus propios intereses, los que llamaremos intereses del proyecto. La situación óptima es aquella en la que resulte posible compatibilizar los intereses derivados de la finalidad constitutiva, que es el interés general en cada momento, con los intereses inmediatos de la formación. Sin embargo, a menudo esa compatibilidad no resulta posible por variadas razones, algunas objetivas y reales, otras fabricadas para la ocasión, y normalmente los partidos optan por priorizar aquellas estrategias que supuestamente mejor protegen al proyecto por encima del interés más relevante que sería el de la sociedad. Cuando eso se produce se da una mutación en la naturaleza instrumental de la formación política, convirtiéndose a menudo el medio en un fin en sí mismo.
Lo correcto sería que las decisiones se establecieran tomando en consideración el interés general de la sociedad, como factor prioritario, y los intereses o necesidades del proyecto de cada formación. Esta difícil compatibilidad se puede llevar a efecto tanto desde la participación directa en los gobiernos, en solitario o en coalición, como desde la oposición definiendo los espacios de acuerdo y colaboración con el gobierno, expresión de la prevalencia del interés general y los ámbitos de confrontación.
En el seno del PSE algunos pretenden abrir este debate, convencidos, así lo han expresado, de que el modelo de relación gubernamental con el PNV ahoga el proyecto del PSE. Es un tema de reflexión interesante, extensible a todas las formaciones, pero entiendo como insuficiente y muy reduccionista situar la causa mayor del ahogo del proyecto socialista en Euskadi, como alternativa social, política y electoral al nacionalismo, en la estrategia de colaboración gubernamental con el PNV.
La inmensa mayoría de los votantes socialistas prefiere gobernar con el PNV a hacerlo con EH Bildu
El PSE ha obtenido en las últimas elecciones unos resultados razonables, con aumento de un escaño e incremento del peso específico, aunque las expectativas fuesen mejores. Es decir, con un escaño más, ni digamos con dos, esta reflexión ni siquiera se habría planteado. Se fue a las elecciones realizando una valoración globalmente positiva del Gobierno de coalición y se situó la estabilidad institucional con la formación de un gobierno fuerte como elemento estratégico indispensable para hacer frente a la gravísima situación creada con la pandemia. Resultaría incongruente e incomprensible que ahora «por interés del proyecto» se relegaran los intereses de la sociedad, dejando al albur de los acontecimientos venideros la formación de un gobierno fuerte y estable. Pero además no parece muy objetivo y sincero definir los intereses del proyecto en base a los que te pudieran haber dado el voto e ignorando a los más de ciento veinte mil que te han apoyado y que, salvo investigaciones que acrediten lo contrario, habría que presumir que su voto es un apoyo a la colaboración con los jeltzales, mucho más que cualquier otra alternativa.
Este es un elemento objetivo de calado que explica, en parte, los problemas y limitaciones con las que se enfrenta cualquier proyecto que pretenda erigirse como alternativa real al PNV. La inmensa mayoría de los actuales votantes socialistas prefieren gobernar y colaborar con este partido a hacerlo con Bildu y otras formaciones.
Tampoco la aspiración a gobernar en solitario parece hoy una alternativa realista y viable. Pero, además, la historia reciente tampoco respalda que la mejor alternativa para el proyecto socialista en Euskadi sea gobernar en solitario. En las elecciones autonómicas de 2009, con un PSOE muy al alza en el conjunto del Estado, con la ausencia de la izquierda aber- tzale por su ilegalización, y un clima político extremadamente polarizado, el PSE logró 25 parlamentarios, cinco menos que el PNV de Ibarretxe, logró investir lehendakari a Patxi López con el respaldo del PP. Se podría pensar que esa estrategia era la mejor para la sociedad y también para el proyecto socialista. Sin embargo, en las elecciones de 2012 el resultado fue decepcionante con nueve escaños menos y lo que es más grave la pérdida de más de cien mil votos, con igual nivel de participación. No se profundizó en las razones de aquel resultado. Sin embargo, a mi juicio, la causa del debilitamiento residía en que la estrategia adoptada situaba la relación del socialismo con el nacionalismo bajo los parámetros de la confrontación radical, de la mano con el PP, en lugar de la colaboración; que es lo que apoya, por ahora, la mayoría de los votantes socialistas. Por cierto, algo similar a lo que defiende el votante jeltzale cuando no hay mayoría absoluta para gobernar en solitario.
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