Ocaso del pensamiento
CRISTINA MARURI
Domingo, 10 de noviembre 2024, 07:21
Vivimos muy rápido, demasiado, y aunque tengamos la fortuna de no ser bombardeados con armas de guerra, al menos de momento, lo somos por otro tipo de bombas. Las de la presión que ejercen nuestras preocupaciones económicas, laborales, familiares... Todo un compendio de lucha, generador de agobios y ansiedades, que oscurecen nuestro cielo. Poco tiempo nos queda pues para la distracción, que es más una necesidad que un dispendio. Pero más allá no vamos. No constan en nuestra agenda reservas para la reflexión. No es nuestra culpa, al no poder contar con más arena en el reloj, ni neuronas sin saturar para utilizar en esas otras capacidades elevadas del ser humano. Por eso discriminamos con criterios de lo fácil e inmediato. En consecuencia, nos estamos convirtiendo, inconsciente e irremediablemente, en gargantúas, devoradores de cuanto se nos cuenta o proyecta. Deglutiendo sin saborear ni masticar. Lamentablemente perdemos conocimiento, porque, aunque absorbemos como esponjas, ya difícilmente discernimos un vino de un vinagre. El decantado requiere de su maña y de su tiempo, y este último es 'rara avis', una medida finita y escasa, como los alimentos para millones en este planeta. No soy halagüeña en cuanto a encontrar solución a lo que considero un problema de relevancia: el humano ovinizado, pero ponerlo de manifiesto ya es un avance.
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