¿Qué sería del campo sin las nubes, de los árboles sin pájaros, de los veleros sin aire?
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Azota el viento, despiadado, la lluvia arrecia sin contemplaciones. Las aves escapan como pueden de la lluvia y el revuelo. Luego, dejándose mecer por el aire en calma, juegan largo rato a ser veletas de colores y diminutos aviones con plumas.
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