
¿Qué es del eje franco-alemán?
Historiador y politólogo. Catedrático de Universidad
Miércoles, 8 de enero 2025, 01:00
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Historiador y politólogo. Catedrático de Universidad
Miércoles, 8 de enero 2025, 01:00
El 20 de enero tendrá lugar en Washington el traspaso de poderes y Trump accederá al Despacho Oval nuevamente. Todo hace pensar que las cosas ... serán diferentes respecto a su primera presidencia, ya que ahora se ha rodeado de acólitos que, lejos de discutir sus variables puntos de vista, lo único que van a hacer es aclamar y adular al líder. Porque si algo le agrada al multimillonario es la adulación, como a esos autócratas o machos alfa a los que admira. No en vano, en campaña advirtió que el primer día en la Casa Blanca le gustaría comportarse como un dictador. Por eso no faltaron voces que lo calificaron de fascista. Controlando el congreso, el senado y el tribunal supremo, los equilibrios de poder contemplados en la Constitución van a quedar muy mermados, de forma que va a poder gobernar a su antojo. Y mucho me temo que ese antojo va a pillar a la Unión Europea en horas bajas. ¿Acaso Ursula von de Leyen va ser el muro de contención frente a las embestidas de la próxima Administración Trump en materia económica? Con independencia de las habilidades y méritos que la alemana pueda tener, lo cierto es que al magnate, caracterizado por su acendrado machismo, no le gusta tratar con mujeres. Él, machito de Nueva York, prefiere verse las caras con tipos duros como Putin, Kim Jong-Un o Erdogan. En sus memorias Angela Merkel cita presemejante admiración. Por lo que, si su comportamiento se repite, aquí los europeos nos encontramos con un inconveniente.
Otro problema serio es que el eje franco-alemán, que tan buenos resultados dio en el pasado para impulsar la Unión Europea y contribuir a su expansión económica, se halla en estos momentos desaparecido. Scholz y Macron están en dificultades y sus economías no son lo que eran. La salida de los liberales de la coalición de gobierno ha empujado al canciller a convocar elecciones el 23 de febrero. Elecciones que va a perder seguro, por lo que estamos ante un auténtico pato cojo. Salvo imprevisto mayúsculo, ganará la CDU-CSU. Scholz, carente de carisma y agotado políticamente, se presenta a la reelección, si bien, curiosamente, no aspira a ganar, sino a quedar segundo, por delante de Alternativa por Alemania. Modesta aspiración, la verdad, aunque síntoma evidente de los pobres resultados de su ejecutivo. Por su parte, la situación de Macron es menos mala. Cuando en las pasadas europeas el partido de Marine Le Pen resultó triunfador, el presidente francés decidió convocar precipitadamente los comicios legislativos, siendo el resultado una Asamblea Nacional ingobernable, dada la imposibilidad de lograr mayorías estables y duraderas. De hecho, a Gabriel Attal le sucedió Michel Barnier y a éste, desde el 13 de diciembre, François Bayrou. Realmente, sus perspectivas de permanecer en el puesto son tan pocas que ni siquiera ha renunciado a su cargo de alcalde de Pau. Es un indicativo evidente de un Macron en apuros que sólo aspira a sobrevivir el resto del mandato, sabedor de que no podrá volver a presentarse. Al punto que, hasta su formación política, Renacimiento, de corte personalista, podría entrar en una grave crisis. El panorama es tal que cada vez hay más personas que piden un cambio constitucional, queriendo dar por agotada la Vª República en favor de un sistema menos presidencialista. No debemos olvidar que la República nació de la mano de De Gaulle en un contexto muy difícil vinculado con la descolonización de Argelia.
Mas si los liderazgos de Alemania y Francia están muy tocados, ¿qué podemos decir de sus economías? ¿Qué queda de esa Alemania que durante años fue la locomotora de Europa? En octubre el ministro de Economía alemán, Robert Habeck, anunció que se espera que la economía se contraiga un 0,2% en 2024, por debajo de las previsiones anteriores de un crecimiento del 0,3%, suponiendo el segundo año consecutivo de contracción. Cabe mencionar que, entre 1990 y 2020, su peso en Europa no dejó de ampliarse, algo que suscitó los recelos de Estados Unidos debido a que dicho florecimiento estuvo muy vinculado al suministro seguro de gas y petróleo de Rusia. Así hasta la guerra de Ucrania. Incluso se ha acusado a Schröder y a Merkel de la dependencia rusa. En este escenario Washington ha elevado considerablemente sus exportaciones de gas y petróleo de fracking (prohibido en la UE) hacia Europa, insistiendo Trump en que estas compras deben ampliarse. En 1997 el afamado politólogo Brzezinski señaló que un polo germano-ruso iría en contra de los intereses norteamericanos y de ahí la necesidad de acabar con él, como se está viendo. Por su parte, el aumento del PIB en Francia en 2023 fue del 0,9% y se espera que baje en 2024. De suerte que, con estos datos y liderazgos, los europeos debemos enfrentarnos a un Trump ávido de imponerse a toda costa. Presumo, pues, malos tiempos para la UE.
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