Deshojada la margarita
Tanto Netanyahu como Trump no dicen la verdad para justificar los ataques de Israel sobre Irán
Historiador y politólogo. Catedrático de Universidad
Sábado, 28 de junio 2025, 02:00
Cuando hace unos días Donald Trump hablaba de que Estados Unidos podía o no intervenir en la contienda de Israel contra Irán probablemente ya tuviera ... la respuesta y simplemente jugaba al despiste. Más honesto fue Merz en la pasada cumbre del G7 en Canadá al señalar que Israel está haciendo el trabajo sucio a Occidente. Esta afirmación ha cobrado todo su sentido y es una prueba manifiesta de que tanto Washington como sus aliados europeos han comprado las mentiras de Israel. Pues cabe recordar que, el 27 de septiembre de 2012, el primer ministro israelí, durante su discurso ante la Asamblea General de la ONU, advirtió de que Irán estaba «a meses, si no semanas» de lograr la bomba atómica. Lo hizo mostrando un dibujo en el que, según él, el régimen de los ayatolás había enriquecido uranio a niveles de 90%, necesarios para un arma nuclear. Hoy, trece años después, Irán sigue sin poseer dicha bomba, por lo que evidentemente Netanyahu mentía y sigue mintiendo. En realidad, Israel lleva diciendo lo mismo las últimas tres décadas. En estos momentos no hay ninguna prueba de que Teherán esté fabricando ese tipo de armamento. No sólo es la opinión del Organismo Internacional de Energía Atómica, sino que lo afirmó tajantemente ante el Congreso, el pasado 15 de marzo, la republicana Tulsi Gabbard, directora de la Inteligencia Nacional estadounidense: «Irán no está construyendo un arma nuclear y el líder supremo Ali Jamenei no ha autorizado el programa de armas nucleares que suspendió en 2003». ¿Entonces? La respuesta es clara, tanto Netanyahu como Trump no dicen la verdad para justificar los ataques de Israel sobre Irán.
Unos ataques, que, según el premier israelí, han sido preventivos, algo que va en contra del Derecho Internacional. Puesto que, si todos los países optaran por acciones de esta naturaleza, el mundo resultaría una selva: de nada serviría ni la diplomacia ni los organismos internacionales ni, por supuesto, el mencionado Derecho Internacional, que Israel se salta siempre que le viene en gana. Sin declaración de guerra previa, Tel Aviv empezó su embestida el pasado 13 de junio sobre suelo iraní, sin que las naciones occidentales pusieran pegas. Lo cual, nuevamente, nos lleva a la doble vara de medir con lo sucedido con la «operación militar especial» de Rusia sobre Ucrania. Aunque los orígenes de este conflicto son bien distintos, lo cierto es que dicha «operación» también tuvo algo de preventiva; en esta ocasión, para dejar clara la postura de Moscú frente a la posible entrada de Ucrania en la OTAN. Y tuvimos una respuesta inmediata de Occidente: rechazo absoluto y multiplicación de sanciones a Rusia. ¿Y ahora qué estamos viendo? Que en la declaración del pasado G7 se volvía a reiterar que Israel tiene derecho a defenderse. El problema radica en que la República Islámica no ha agredido a Israel, sino al revés. Este pequeño gran detalle vuelve a significar un claro posicionamiento a favor del segundo.
La ofensiva del 13 de junio se produjo poco antes de que se retomaran las negociaciones entre EE UU e Irán en Omán sobre el programa nuclear iraní. Un acuerdo muy parecido al que firmó Obama y que Trump revocó en su primer mandato por insistencia de Netanyahu. Así, ante la proximidad de que nuevamente ambas delegaciones pudieran llegar a un arreglo, Tel Aviv decidió su acometida con el beneplácito de la Casa Blanca. Con el bombardeo estadounidense de las instalaciones nucleares iraníes del 22 de junio, Netanyahu ha conseguido aquello que ningún líder israelí había logrado hasta la fecha, a pesar de que George W. Bush lo pensó seriamente. No debemos olvidar que el gobierno israelí y el lobby judío estadounidense llevaban tiempo boicoteando el acercamiento de las partes, tal como demostraron en 2007 Mearsheimer y Walt al sostener la tesis de que la política estadounidense en Próximo Oriente está marcada por los israelíes, aun a costa de los intereses norteamericanos. Netanyahu ha visto, tras el 7O, una buena oportunidad para llevar a cabo su plan, tratando de alterar los equilibrios y las fronteras de la región con vistas a convertirse en la potencia hegemónica indiscutible, al tener armas nucleares. Y al contrario que otros presidentes norteamericanos, Trump le ha seguido en esta peligrosa iniciativa.
Llama poderosamente la atención el papel insignificante de Europa en este asunto
No obstante, una de las cosas que me llama poderosamente la atención es el papel insignificante de Europa en este asunto. El viernes 20 de junio se reunían los ministros de asuntos exteriores de Reino Unido, Francia, Alemania, Irán y la alta representante de la UE para Asuntos Exteriores con el fin de buscar una solución al conflicto. El domingo 22, Trump, sin contar con sus socios, daba la orden de bombardear Irán. Sin embargo, lejos de condenar esta violación de la soberanía de un estado miembro de la ONU, lo único que piden los dirigentes europeos es que Irán vuelva a las conversaciones con EE UU sin mencionar cuándo y por qué abandonó la mesa. ¿Acaso cabe mayor hipocresía y falta de criterio propio? ¡Qué distinta su posición respecto de Rusia! Incongruencia en estado puro, señora von der Leyen.
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