Camisa de fuerza de mi esperanza

El episodio me interesa cero, excepto como síntoma, pero lo que siguió fue una cascada de insultos contra la humorista. Alegaban los píos «ofensa contra los sentimientos religiosos». Sentirse ofendido no es un derecho, pero sí una opción. Lo que pasa es que ya no hay jerarquías y «ofendido» se ha convertido en su propio superlativo, siempre en grado máximo.

A continuación, evidenciaban sin complejos la mascarada: se referían exclusivamente a «sus propios» sentimientos religiosos, dado que animaban una y otra vez a burlarse de los musulmanes, con la esperanza de la represalia violenta. Algo tipo Charlie Hebdo. Ponte a buscar con esta gente un lugar «donde entendernos sin destrozarnos / donde sentarnos y conversar». Ni de palo.

Resulta imposible desde España al menos recordar la matanza en la revista satírica francesa sin evocar también el atentado de la Triple A (Alianza Apostólica Anticomunista) que sufrió la revista El Papus y que costó la vida al conserje Juan Peñalver.

Hoy habrá cabalgatas de los Reyes Magos y todos sabemos que en alguna o incluso en varias encontrarán motivos para profesar el santo sacramento del odio para irse a la cama heridos en su piedad, mientras refunfuñan «a ver cuándo se atreven a hacer algo así con Mahoma».