
Cónclave no es una película
Borja Vivanco Díaz
Doctor por las universidades de Deusto y el País Vasco
Martes, 29 de abril 2025, 02:00
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Borja Vivanco Díaz
Doctor por las universidades de Deusto y el País Vasco
Martes, 29 de abril 2025, 02:00
Poco o nada se parece la sobrevalorada película 'Cónclave' a la realidad. Es pura ficción y las intrigas y ambiciones que narra pertenecerían, en todo ... caso, a los años más oscuros de la Edad Media. En cambio, quien quiera obtener información de rigor sobre los cónclaves, tiene a su disposición abundante bibliografía, elaborada durante muchos años por buenos historiadores e investigadores.
Digan lo que digan, estoy seguro de que ningún cardenal ambiciona ser Papa. Ninguno se votará a sí mismo, los papables insistirán en que no son ni los idóneos ni los mejores candidatos y, además, quien finalmente sea elegido y acepte lo hará empujado por los demás y por la ovación unánime que recibirá al alcanzar los dos tercios de los votos requeridos.
En este cónclave que comenzará el 7 de mayo participarán más cardenales que nunca, más de 130, y la Capilla Sixtina se quedará casi pequeña. En contraste, en 1958, cuando fue elegido Juan XXIII, solo acudieron 51. Francisco ha continuado universalizando el colegio cardenalicio, con cada vez más purpurados de las «periferias» y a costa de que históricas sedes (París, Venecia o Milán), algunas de ellas cunas de pontífics, se queden sin representación.No parece tampoco que Francisco haya creado nunca cardenales 'in pectore' (en secreto), práctica que por ejemplo Juan Pablo II continuó realizando en lugares donde la Iglesia era o había sido perseguida pocos años antes. Este cónclave tiene también la particularidad de que contará con un cardenal que no es obispo, Timothy Radcliffe, muy cercano a Francisco, que será uno de los más influyentes.
Antes, los cardenales llegaban a Roma con sus secretarios y a veces acompañados por séquitos. Hoy lo más habitual es que acudan solos, en clase turista y pasen completamente desapercibidos. También será un cónclave que carezca de figuras intelectuales de primera línea, como fueron, por ejemplo, los cardenales Ratzinger y Martini. Se debe, en cierta medida, a que Francisco ha priorizado más en sus nombramientos la entrega pastoral y el contacto directo con los fieles y los colectivos sociales más desfavorecidos que la talla intelectual.
Las Congregaciones Generales de los días posteriores al funeral van a ser decisivas para discernir quiénes podrían ser los mejores sucesores de Francisco. La brillante intervención, prácticamente improvisada, que el cardenal Bergoglio hizo en una de ellas en vísperas del cónclave de 2013, respecto a las brechas y retos que la Iglesia debía afrontar en ese momento, fue la que hizo fijar la mirada de muchos cardenales en él.
No ha estado bien que, en los días pasados, algunos cardenales respondieran a preguntas sobre el cónclave y el perfil del nuevo papa, cuando todavía Francisco no había sido enterrado. Asimismo, los cardenales deberían ser conscientes de que no solo han de representarse a sí mismos, sino también a las iglesias particulares a las que pertenecen y se deben. Y será difícil argumentar la elección de un cardenal de menos de 70 o incluso de 75 años, ya que –como muchas veces también se dijo en otros cónclaves– «queremos un papa santo, no un Papa eterno».
Algunos cardenales curiales, junto a otros cercanos a Francisco, es muy posible que estén consensuando un candidato, de entre los muchos de los que la prensa habla con mayor o menor criterio, a fin de no dispersar votos y asegurar un sucesor enteramente comprometido en conservar, con sus propias matizaciones o singularidades, el legado del argentino, consolidar su modelo de Iglesia o dar continuidad a sus prioridades. Sería 'Francisco II'. En esta circunstancia, podría pensarse, por ejemplo, en el cardenal ghanés Turkson o en el filipino Tagle, que por su origen geográfico podrían también atraer votos de otros purpurados de África o Asia, aunque hayan mantenido serias discrepancias con Francisco.
Mientras tanto, los cardenales electores más críticos con él van también a maniobrar legítimamente con intenciones opuestas. Son conscientes de que un cardenal de su línea no tiene ninguna posibilidad de ser sucesor de san Pedro, tal y como el argentino reconfiguró el colegio cardenalicio, y de que su única opción es proponer un candidato medianamente distanciado, como podría ser el húngaro Péter Erdő.
Si el cónclave se extiende más de dos días –es decir, más de ocho votaciones–, lo más probable es que se esté buscando candidatos nuevos más consensuados entre todas las partes implicadas. Fue lo que ocurrió en 1978 en la elección de Juan Pablo II.Poco o nada sabremos de lo que allí acontezca, ya que si así fuera los cardenales incurrirían en pena de excomunión automática. Lástima que no podrá lograrse un guion para una buena película y nos tendremos que conformar solo con la infumable 'Cónclave'.
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