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En un mundo donde algunos corren la San Silvestre, una de las pruebas pedestres más emblemáticas del año, con cuernos de reno lentejuelados prendidos en ... la cabeza. En un multiverso donde quien no es adicto a una sustancia lo es a un amor probablemente tóxico. En un planeta donde hay quien aún cree en la paz galáctica. En un barrio donde se decretó que mejor no desear 'Feliz Navidad' porque acaso heríamos la sensiblidad/sensiblería de ateos, agnósticos y monjes vestidos de naranja solo nos faltaba que viniera alguien (tiene nombre, apellidos y 78 años; escribe y filosofa en las ondas) a descubrirnos que El Gordo de Navidad es una engañifa y El Niño de hoy, un camelo. Encima se nos pone antropológico. Y a más, jura que los niños de San Idelfonso son víctimas de trabajo infantil no solo no remunerado sino impío. Peor, marca como sandez suma soñar con que un número te cambie la vida. Como si los mejores sueños no fueran los imposibles. 67328, serie 30. El mío.
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